Cabezas yoruba

Sobre el arte de la antigua ciudad de Ife y el genoma africano

Cabeza. Complejo de Wunmonije, Ife. s.XIV-XV.

La serenidad, la templanza o la armonía son algunos de los rasgos de carácter que adornan esta y otras bellas cabezas de cobre desenterradas en 1938 al excavar una casa en el Complejo Wunmonije, en Nigeria. Son sólo algunas muestras del arte de Ife, ciudad espiritual de la etnia yoruba y excepcional foco cultural y artístico entre los siglos IX y XV. En 1910, el arqueólogo alemán Leo Frobenius, uno de los primeros europeos que vio obras de arte Ife, las consideró tan fascinantes y refinadas que pensó que debían de ser piezas de la desaparecida Atlántida griega. Los prejuicios europeos de hace un siglo impedían creer que unas esculturas tan naturalistas y sofisticadas pudieran ser obra de artistas autóctonos. Y, sin embargo, junto al esquemático o «cubista» arte africano que empezaba a descubrir Picasso «el africano» por aquella época, había otro arte realista e idealista a la vez que evocaba el de la Grecia clásica.

La ciudad de Ife es hoy una metrópoli de más de medio millón de habitantes, pero según la mitología yoruba fue el «lugar en el que se originó el mundo». Además de un dios principal y creador, los yoruba tenían infinidad de dioses con atributos particulares, y los reyes y reinas, sacerdotes y otras personas importantes eran también deificadas a su muerte. Buena parte de sus esculturas representan a estas deidades y debieron de tener una función esencial en los ritos de los yoruba. Esta etnia, formada hoy por unos 35 millones de personas, se extendió por América con el tráfico de esclavos, que llevaron consigo sus creencias y dieron lugar a una curiosa simbiosis con el catolicismo: la santería. Pero el arte de los yoruba apenas ha salido de África. Dinastía y divinidad: arte Ife en la antigua Nigeria es la primera gran exposición del arte de los yoruba fuera de África, con 109 piezas escultóricas de metal, piedra, terracota y cristal que peregrinarán por varias ciudades de Europa y Estados Unidos: hasta el 30 de agosto en Santander, en otoño en Madrid, y en 2010 en Londres y Nueva York. Sin embargo, la cultura yoruba no ha sido estudiada tan a fondo como merece y hay todavía muchas preguntas sin respuesta sobre su arte.

Curiosamente, uno de los cinco genomas humanos secuenciados hasta ahora es el de un hombre de etnia yoruba, natural de Ibadam, cerca de Ife. Pero no parece que la genética vaya a aportar gran cosa para entender el arte de los yoruba. Sabemos que esta cultura contemplaba un reino invisible y espiritual, poblado por los dioses y los ancestros, y otro reino tangible y terrenal, el de los vivos. Y sus esculturas, más o menos realistas, muestran estos dos mundos, especialmente en las cabezas idealizadas. Los yoruba dan gran importancia a la cabeza, y consideran que hay una exterior y otra interior, la sede del espíritu y los rasgos mentales. En una de sus oraciones dicen: «Que mi cabeza interior no me eche a perder la exterior». Contemplando las cabezas del arte de Ife podemos llegar no sólo a entender mejor esta oración sino a nosotros mismos. Por eso el arte de los yoruba es tan universal como sus genes.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *