Sobre la hipótesis de la higiene en el asma y la alergia
Como todas las ideas o teorías unificadoras, la hipótesis de la higiene tiene un enorme atractivo. No es sólo una hipótesis elegante (en el sentido en el que utilizan este término los científicos), sino que además encaja perfectamente con las ansias de vuelta a la naturaleza de un creciente segmento de población en las sociedades desarrolladas y colma sus deseos con argumentos científicos. Lo que viene a decir, en síntesis, es que la actual epidemia de asma y enfermedades alérgicas está relacionada con un exceso de higiene durante los primeros meses de vida y la evitación de infecciones y contactos microbianos. La idea es que esta exposición a los agentes infecciosos en los primeros meses tras el nacimiento ayudaría a madurar al sistema inmunitario y a prepararlo para proporcionar una protección eficaz durante el resto de la vida, pero que si esto no ocurre el sistema inmunitario se desarrolla patológicamente y centra su atención en combatir sustancias normalmente inocuas, como los excrementos de los ácaros del polvo o el polen, desarrollando de esta forma las enfermedades alérgicas. Este exceso de higiene resulta, a la postre, nocivo y antinatural; o, si se quiere, nocivo por antinatural, pues lo natural, lo grabado a macha martillo en los genes, parece ser el desarrollo inmunitario en unas condiciones ambientales menos higiénicas.
Las observaciones de las que se deriva y en las que se apuntala la hipótesis de la higiene se resumen en tres. La primera, descubierta por David Strachan, que fue quien formuló la teoría higienista, es la constatación de que los hijos de familias numerosas tienen menos riesgo de sufrir asma y enfermedades alérgicas, y que dentro de ellas son los hermanos menores los más protegidos. Un segundo dato de observación muestra que los niños que acuden antes de cumplir un año a guarderías, donde están más expuestos a agentes infecciosos y contraen más infecciones, padecen después menos alergias que aquellos que se han quedado en casa en los primeros años. Finalmente, hay estudios que relacionan la proximidad a los animales de granja durante en la primera etapa de la vida con un menor riesgo de enfermedades alérgicas, observación que también se ha hecho extensiva a los animales de compañía en los hogares urbanos. Con estos y otros datos, la teoría de la higiene se ha ido consolidando en los últimos años, a pesar de que también han aparecido estudios que la cuestionan o matizan. Con todo, hay algunas piezas que no encajan, como la enorme diversidad geográfica en la prevalencia del asma (estudio ISAAC) o el papel de la flora intestinal. Lo más probable, como sostienen la alergóloga Erika Von Mutius, el neumólogo César Picado y otros expertos, es que la teoría de la higiene permita explicar sólo una parte del auge de las enfermedades alérgicas. En su literalidad, la hipótesis nos alerta de los peligros del exceso de asepsia, pero de momento es sólo una especulación ante la que habría que mantenerse científicamente asépticos.
Deja una respuesta