Sobre la dos corrientes culturales en la medicina actual
[divider_flat] En el debate sobre las dos culturas, la humanista y la científica, ¿qué lugar ocupan la medicina y los médicos? La controversia puede interpretarse, por encima de otras consideraciones, como una disputa por la preeminencia intelectual, por el protagonismo público o, si se quiere, por un cierto control de los medios editoriales y de comunicación. Todavía en tiempos de Newton los científicos eran considerados filósofos naturales, pero la creciente especialización de los saberes fue abriendo una brecha entre los sabios de ciencias y los de letras. A mediados del siglo XX, como constataba el inventor de las dos culturas, Charles P. Snow, «en nuestra sociedad hemos perdido hasta la pretensión de poseer una cultura común. Las personas educadas con la mayor intensidad de que somos capaces ya no pueden comunicarse unas con otras en el plano de sus principales intereses intelectuales. Esto es grave para nuestra vida creativa, intelectual y especialmente moral. Nos está llevando a interpretar mal el pasado, a equivocar el presente y a descartar nuestras esperanzas en el futuro».
Por entonces, los artistas y hombres de letras ya se habían apropiado prácticamente en exclusiva de la palabra intelectual. Pero desde hace unas décadas son los científicos quienes, ante el imparable protagonismo público de la ciencia, avalado por el interés del público y certificado en la universidad, reclaman su condición de intelectuales. En un mundo en el que los grandes sabios al estilo de Ernest Gombrich o George Steiner son una rareza, los expertos, las autoridades, los sabios son ahora los científicos. Hasta el propio Steiner, que ha denunciado «el gran diálogo de sordos que se está produciendo entre las ciencias y las humanidades», concede asimismo que la manera de entender el mundo que él representa está tocando a su fin, y que «los que no entiendan matemáticas no pueden entender el futuro de la humanidad».
La medicina, que no es ciencia ni arte, sino una actividad empírica que se basa en métodos diagnósticos y terapéuticos, está entre dos aguas. La larga tradición humanística de la medicina occidental convive con una amplia nómina de grandes científicos médicos. En los últimos años, la emergencia de la medicina basada en la evidencia científica es un claro signo de estos tiempos que han encumbrado a la ciencia y la técnica. Pero ha faltado tiempo para que surjan voces discrepantes que claman contra esta visión deshumanizadora y que plantean una medicina “narrativa”, basada en la persona, en el ser humano concreto. Lo suyo es que ambas fueran complementarias, pero la mejor prueba de que la medicina no llega a ser del todo ni científica ni humana es la necesidad de adjetivarla. ¿Es acaso necesario hablar de una física científica? ¿O de una literatura humana? Petr Skrabanek lo exageraba diciendo que «la medicina científica tiene de ciencia lo que la República Democrática de Alemania tenía de democrática». Así las cosas, ¿habrá algún día una sola cultura? ¿Y una medicina a secas?
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