El efecto Lundberg

Cada cinco minutos, un nuevo médico se da de alta en Medscape, uno de los sitios web más antiguos y de mayor éxito en el ámbito médico. En este sitio de acceso gratuito se reúne la mayor comunidad médica de cuantas existen en Internet, con más de un millón de miembros registrados entre médicos, otros profesionales de la sanidad y personas de todo el mundo interesadas en la información médica. Pero estos son sólo datos del pasado 24 de febrero. En apenas 10 días Medscape ha subido muchos enteros en popularidad y credibilidad, por lo que la velocidad de registro de 12 médicos por hora (288 por día) ha debido multiplicarse y la afluencia de visitantes, sin duda, se ha disparado. La razón no es otra que lo que podríamos llamar el «efecto Lundberg»: las expectativas creadas tras el fichaje del ex editor del Journal of the American Medical Association (JAMA), George D. Lundberg, como nuevo editor de Medscape.

Lundberg ya era bien conocido en el mundo de la edición médica, pero ahora es seguramente el editor médico de más prestigio y, posiblemente, uno de los médicos más populares del mundo. Su cese fulminante el pasado 15 de enero, tras 17 años al frente del JAMA, y la respuesta a una sola voz dada por la comunidad médica condenando la decisión de la American Medical Association (AMA) y expresando su apoyo a Lundberg han elevado al personaje a una categoría mítica. No en balde, como alguien ha observado, la suya, la de un médico, curiosamente ha sido la primera cabeza en rodar por el «impeachment» a Clinton.

Para quien, como diría Miguel Ángel Aguilar, haya llegado tarde a clase, recordaremos los detalles fundamentales del caso Lundberg, una historia de sexo, política y revistas médicas. La película empieza antes, pero tiene su momento culminante con el anuncio de que en la edición del 20 de enero del JAMA se iba a abordar (científicamente, se entiende) la cuestión que en su día le plantearon bajo juramento a Clinton: «Would you say «had sex» if…?». Se trata de una encuesta realizada a estudiantes en 1991 cuyos resultados coinciden con la opinión expresada por el presidente: el sexo oral queda excluido de lo que la mayoría de los encuestados entiende por relaciones sexuales. El trabajo en cuestión se acabará publicando, pero para entonces Lundberg ya no será el editor del JAMA. En un comunicado del 15 enero la AMA hacía pública la destitución, apoyándola en la «inapropiada e inexcusable» injerencia en un debate político que «no tiene nada que ver con la medicina».

Los días siguientes son los de la consagración de Lundberg como editor mítico. Le apoyan sin reservas con sus comentarios editoriales dos de sus competidores más directos: The Lancet («Si Lundberg se va, la única salida honorable que le queda a la AMA es echar al hombre que le destituyó», afirmó Richard Horton, el editor) y el British Medical Journal. Esta última revista abre un debate en Internet al que han llegado más de un centenar de cartas de destacados editores médicos, profesores, entre otros, de todo el mundo. De los 34 comunicados que se recibieron en la primera semana, 33 fueron de apoyo al ex editor. Incluso la AMA ha reconocido que de los 500 mensajes que le llegaron por correo electrónico sobre el caso Lundberg, «la mayoría» se oponían a la destitución.

La leyenda que se ha escrito estos días de Lundberg habla del más grande editor del JAMA en sus 115 años de historia, del hombre que supo transformar en 17 años el boletín informativo de la AMA en una de las cinco grandes publicaciones médicas del mundo, del editor que se atrevió a hacer un monográfico sobre medicinas alternativas, del periodista médico que hizo comprensible y atractivo al JAMA hasta el punto de ser publicado en 17 lenguas distintas al inglés. Ahora Lundberg va a encauzar todo su saber como editor médico en Internet. El mito Lundberg se encuentra con otro fenómeno también mitificado. Para los entusiastas de Internet es sin duda una buena noticia. Veremos en qué se nota el efecto Lundberg.


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