Sobre la ceremonia de la confusión entre arte y enfermedad

Hasta la celebración del Headache World 2000 en Londres, “las migrañas de Picasso” era un campo de estudio inexplorado. La originalidad principia por la elección del campo de estudio, y por eso el neurólogo holandés Michel Ferrari acaparó los titulares de prensa del congreso tras su esperada presentación sobre las supuestas migrañas de Picasso, el 7 de septiembre de 2000. Ferrari dijo que el cuadro “La mujer que llora” le recordaba las imágenes que ven algunos pacientes migrañosos cuando experimentan un aura. “¿Tuvo el pintor auras migrañosas?”, se preguntó retóricamente ante 2.500 expectantes colegas y pacientes que le escuchaban. Los biógrafos del pintor nunca habían comentado que tuviera jaquecas; en el Migraine Information Center del JAMA no conocen a ningún paciente llamado Picasso, y tampoco el neurólogo y humanista Oliver Sacks, autor del heterodoxo libro Migraña, menciona al pintor. Pero a Ferrari le bastó forzar la asociación migraña-Picasso para llamar la atención de la prensa, hacerse un hueco en la revista Cephalalgia de octubre de 2000 con su artículo Migraine aura, illusory vertical splitting, and Picasso y recibir de paso las chanzas de comentaristas de todo signo que se cebaron sobre la idea un tanto simplificada que trascendió del congreso: Picasso pintaba cubista porque tenía jaquecas.

Entonces, ¿por qué no apareció antes el cubismo si siempre ha habido pintores migrañosos? ¿Por qué no son artistas todas las personas que padecen jaquecas? ¿Por qué no todos los pintores cubistas las padecen? ¿Por qué Van Gogh, que al parecer sí sufría migrañas, pintaba tan diferente? Ni que decir tiene que hay más preguntas que respuestas y más sombras que luces sobre este tema. Uno de los episodios gloriosos sobre el asunto de las “migrañas de Picasso” lo aportó un programa de televisión español, al dar a conocer un sondeo en el que se mostraba a los entrevistados una selección de pinturas de pacientes migrañosos y el 70% pensaba que eran de Picasso, según refería en sus noticias de septiembre de 2000 el American Council for Headache Education (ACHE). Toda esta ceremonia de la confusión en torno al arte y la enfermedad migrañosa, que -no hay que olvidarlo- surgió de un congreso científico y sus subsiguientes publicaciones, fue flor de pocos días, porque la maquinaria de fabricación de noticias biomédicas va a todo trapo y cada día aparecen nuevos y espectaculares titulares que nos incitan a la desmemoria y nos hacen un poco más incrédulos. Por eso, cuando la prensa se ha hecho eco de un reciente artículo de Pediatrics anunciando que los dibujos infantiles ayudan a diagnosticar las migrañas, me han venido vagamente a la memoria picassianas mujeres llorando. Picasso dijo que tardó pocos años en pintar como los grandes maestros pero toda una vida como un niño. No estaría mal que los niños dibujaran toda la vida y que lo hicieran en las consultas de médicos y psicólogos. Pero interpretar sus dibujos, eso ya es otra cantar.


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