Sobre el reto de integrar las medicinas alternativas e internet en la práctica médica
La medicina convencional ya no puede seguir ignorando por más tiempo a las medicinas complementarias y alternativas. Con esta rotunda aseveración se despacha el British Medical Journal (BMJ) en su editorial del 20 de enero dedicada, como buena parte del contenido del número, a la llamada «integrated medicine». Esta medicina integrada, o si se quiere integral, sería la resultante de incorporar algunos elementos de las medicinas alternativas en la práctica médica convencional para dar al paciente una atención y un tratamiento más completo, considerando no sólo su organismo enfermo sino también su dimensión mental y espiritual. Para respaldar esta necesidad de que la medicina ortodoxa se empape de estos valores holísticos e integre algunas prácticas de las medicinas no convencionales, el BMJ aporta un par de datos contundentes: el gasto en medicinas alternativas en EE UU es de cerca de 40.000 millones de dólares (unos 7 billones de pesetas) mientras que en el Reino Unido al menos un 40% de las consultas de medicina general ofrecen algún tipo de servicios y cuidados propios de las medicinas complementarias. Este auge de las medicinas alternativas, que también se registra en España y otros países, ha sido atribuido en parte a la deshumanización de la medicina en las últimas décadas y su excesivo entusiasmo por los tratamientos basados en la tecnología, aun cuando su eficacia fuera muy limitada, unido al menosprecio y descrédito de algunos remedios sencillos que a veces son eficaces.
Pero los cambios han empezado a llegar y todo indica que van a ir a más. Esta es una de las conclusiones que se sacan de la lectura de este interesante número del BMJ, motivado por la próxima celebración en Londres, los días 23 y 24 de enero, de una Integrated medicine conference en la que se quiere dar respuesta a esta pregunta: ¿Pueden las medicinas alternativas ser integradas en la medicina convencional? La reunión está organizada por el Royal College of Physicians del Reino Unido, que tiene más de 450 años de historia a sus espaldas, y por una entidad de reciente creación y quizá desconocida por muchos pero portadora de excelentes credenciales: el National Center for Complementary and Alternative Medicine (NCCAM) de los National Institutes of Health (NIH) de EE UU. La mera existencia del NCCAM, dedicado a la investigación de las medicinas alternativas y complementarias en el contexto de la ciencia más rigurosa, es ya de por sí un indicador del peso que van a tener estas terapias no convencionales en la medicina de los próximos años. Todo esto se refleja en el sitio web del NCCAM, que ha sido elegido por Yahoo como uno de los 100 mejores sitios para el año 2001 (entre ellos sólo hay cinco dedicados a la salud), donde se publica desde hace siete años un newsletter trimestral que recoge la actualidad científica de las medicinas alternativas. Pero el NCCAM no esta sólo: a su impulso decidido y decisivo hay que añadir la creciente atención que están dedicando las revistas médicas más prestigiosas al tema (véase, por ejemplo, el monográfico del JAMA del 11 de noviembre de 1998 y su editorial Alternative medicine meets science).
Así las cosas, parece que por activa o por pasiva el paciente va a marcar el rumbo. A juzgar por los intereses de los «healthcare consumers», consumidores de servicios médicos o consumidores a secas, hay dos demandas ineludibles y a cual más confusa y laberíntica: la información de salud en internet y la integración de opciones terapéuticas complementarias. Si realmente los consumidores son quienes tienen la palabra, los médicos y proveedores de salud van a tener que cargarse las pilas tanto en medicina integral como en internet y dedicar más recursos a este i+i de la medicina que viene.
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