Cienciometría

Sobre el impacto y la medida de la calidad de las revistas

[divider_flat] La idea de medir la calidad de las publicaciones científicas con criterios objetivos ha propiciado en las últimas décadas la elaboración de diferentes indicadores numéricos. Estos indicadores permiten, entre otras cosas, clasificar las revistas y compararlas. Una de las posibles estrategias para medir la calidad de una publicación –la que a la postre ha triunfado– se deriva del recuento del número de citas que reciben sus artículos. Cuanto más citados son los artículos de una revista concreta en el resto de publicaciones, mayor es el impacto que tienen esos trabajos de investigación en la comunidad científica.

La primera mención a un índice de citas científicas la hizo en 1955 Eugene Garfield, quien a principios de la década de 1960 creó, junto con Irving H. Sher, el Science Citation Index (SCI) y se convertiría en el gran pionero de la bibliometría científica. El recuento de la citas permitió la elaboración de diferentes indicadores de calidad, entre los cuales el llamado “factor de impacto” es el que más y mejor se ha abierto paso en la comunidad científica y fuera de ella. El factor de impacto de una revista se define como un cociente: el numerador es el número de citas que han recibido durante un año dado los artículos publicados en una revista en los dos años previos, y el denominador es el número de artículos publicados en esa revista durante esos dos años. El resultado es un número con tres decimales que desde entonces permite catalogar y comparar las diferentes publicaciones.

Ni es mismísimo Garfield podía imaginar el juego y la controversia que iba a dar el tan traído y llevado factor de impacto. La palabra “impacto” es ya, de entrada, evocadora de algo más que el simple interés que puede despertar una revista o un artículo. Aunque este indicador surgió como una medida de la calidad de las revistas científicas, pronto se empezó a utilizar también para evaluar la productividad de los científicos, asignar presupuestos, priorizar líneas de investigación y ayudar a tomar muchas otras decisiones relacionadas con la investigación. A menudo, el factor de impacto se utiliza para comparar revistas y también para comparar autores o grupos de investigación, aunque en principio no es posible –o al menos recomendable– establecer comparaciones entre diferentes campos científicos, ya que el número de citas también depende del número de revistas e investigadores en ese campo, del tipo de artículo (los de revisión o los de ciencia básica son generalmente más citados) y de otros muchos factores.

Actualmente hay más de 6.000 revistas incluidas en el selecto SCI, y cada año se añaden otros dos centenares. Los directores de esas revistas han desarrollado innumerables estrategias para aumentar su factor de impacto y mejorar su ranking, su poder y su influencia, y esto condiciona inevitablemente el tipo de artículos que publican. La ciencia es, en definitiva, el contenido de estas revistas, pero ¿hasta qué punto no es también un producto de esta nueva rama que llamamos cienciometría?


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