Código neuronal

Sobre la búsqueda de la clave de la actividad mental y la conciencia

Los números referidos al cerebro son tan inmensos que casi nunca cuadran. Ni falta que hace. La cantidad de neuronas, de células gliales, de sinapsis, todo son puras estimaciones. En un órgano en el que se calcula que puede haber 100.000 millones de neuronas, de las que se ha dicho que cada día mueren unas 85.000 (una estimación cuestionable y difícil de probar), ¿qué importancia tienen unos millones arriba o abajo? Dentro de unos límites, ni el peso, ni el tamaño, ni el número de células, si es que se pudiesen contar fácilmente, son especialmente importantes para valorar el funcionamiento de un cerebro. ¿Cómo se justifica que el cerebro de Lord Byron pesara unos dos kilos y el del premio Nobel Anatole France sólo la mitad? ¿Acaso fue uno el doble de inteligente, de emotivo o de humano que el otro?

La clave del cerebro humano, y lo que nos diferencia de otros animales, parece estar relacionada con las sinapsis y los circuitos neuronales. Si cada neurona puede tener entre 10 y 10.000 sinapsis y recibir información de otras 10.000 neuronas, como se calcula, el lío de cables y conexiones, en un órgano que se está reordenando constantemente, resulta inimaginable. Pero cada día parece más necesario tener un mapa completo del conjunto de sinapsis, el denominado sinaptoma o conectoma (véase Escepticemia 512) para entender el funcionamiento del cerebro y el fundamento biológico de nuestra humanidad. Sorprendentemente, todavía se tiene muy poca idea de la estructura del cerebro. Los neurocientíficos, sin embargo, creen que ha llegado el momento de acometer esta empresa de forma coordinada. El proyecto Blue Brain, el primer intento mundial de ingeniería inversa del cerebro de los mamíferos, quiere desmontar este órgano para conocer su estructura de forma exhaustiva. La participación española en este proyecto se concreta en la iniciativa Cajal Blue Brain, liderada por el neuroanatomista Javier de Felipe, que pretende conocer antes de cinco años el diseño de una columna neuronal, la unidad estructural y funcional del cerebro. A partir de ahí se dará el paso a otras especies y al cerebro humano, y se tratará de esbozar el conectoma.

En último término, la neurociencia pretende entender la actividad mental humana, y para ello debe descifrar el código neuronal. Igual que existe un código genético (las reglas biológicas por las que la información codificada en los genes se traduce en proteínas), se cree que existe un código neuronal que explicaría cómo los patrones eléctricos se traducen en actividad mental (recuerdos, sensaciones…). El código neuronal sería el eslabón oculto entre las células y la conciencia. Aunque hoy por hoy no es posible imaginar cómo es ese código, los neurocientíficos creen que un primer paso es averiguar cómo es el diseño de una columna neuronal y tener un esbozo del sinaptoma. Luego, igual que ocurrió con el ADN, la visualización de la estructura permitirá lanzar hipótesis sobre el funcionamiento y, por qué no, descifrar el código neuronal.


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