Sobre la epidemia de miopía y la miopía científica
En algunas zonas del mundo, ocho de cada diez niños y jóvenes ya son miopes. Al paso que vamos, el ojo miope lleva camino de ser el ojo normal, al menos en términos estadísticos, mientras el ojo emétrope parece estar en vías de extinción. La epidemia de miopía afecta a países tan distintos y distantes como Japón, Israel o la propia España. En Singapur, el 80% de los mozos de 18 años que son convocados al servicio militar tienen miopía, frente al 25% que hace 30 años, y en ciertos trabajos que exigen personal con visión óptima, como la policía, tienen auténticos problemas para encontrar gente apta. En algunas escuelas de Israel, el 80% de los estudiantes de 14 a 18 años son también miopes. Y aquí en España, un estudio realizado con 750 universitarios de 17 a 26 años de la Universidad Autónoma de Madrid reveló que el 73,5% tenía algún defecto visual de tipo refractivo y que el 65,1% eran miopes. Además, el grado de miopía, según este estudio de Irene Espina Flores et al., aumentaba progresivamente a lo largo de la carrera, y el riesgo de progresión parecía estar relacionado con el número de horas de estudio con luz artificial y la existencia de antecedentes familiares.
La miopía es un problema menor de salud que tiene fácil corrección y al que además se le ha encontrado en últimos años una solución aceptable gracias a la utilización del láser para tallar la superficie corneal y reducir dioptrías. Pero la elevada prevalencia de este defecto visual lo convierte en un auténtico problema de salud pública a la vez que un interesante desafío científico. Lo cierto es que hay muy pocas ideas claras en torno al desarrollo de la miopía. La idea de que el factor genético era la causa principal de las altas tasas de miopía en algunas zonas de Asia tampoco está del todo clara, como demuestra un estudio australiano del que se hace eco la revista New Scientist del 10 de julio. El que ocho de cada 10 jóvenes que viven en Singapur sean miopes no puede explicarse sólo por los genes, pues el 70 de los indios que viven en Singapur también son miopes, mientras que en la India sólo lo son el 10%. Aunque es indudable que la miopía tiene una base genética, algunos estudios realizados con primates de corta edad sobre la rápida adaptación del ojo a la visión cercana indican que los factores ambientales son decisivos en el desarrollo de la miopía. En algunas personas, la visión permanece perfecta sin importar las condiciones ambientales, pero en otras la miopía parece surgir como una respuesta adaptativa al excesivo trabajo visual de corta y media distancia, ya sea con la lectura, el ordenador, la televisión o los videojuegos.
El escaso conocimiento que se tiene sobre los genes implicados en el desarrollo de la miopía (el PAX-6 y otros pocos) impide conocer mejor cómo se desarrolla este defecto. Parece claro que, como especie, estamos perdiendo los horizontes, pero la ciencia está demostrando asimismo una sorprendente cortedad de miras a la hora de comprender cómo se hace un ojo miope.
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