Cotilleo

Sobre la función social del chisme y su poder de manipulación

[divider_flat] El cotilleo es la vía indirecta más directa y eficaz de socavar o ensalzar la reputación de alguien. Lo suyo sería, claro está, que la opinión sobre terceras personas se basara en datos objetivos, en la observación directa, en el trato personal. El problema es que en la sociedad hay demasiadas terceras personas: en los grupos humanos de cualquier dimensión todos somos terceras personas. En la mayoría de las conversaciones se habla para bien o para mal de gente que no está presente, es decir, se cotillea. Y esta transmisión de información social, lejos de ser intrascendente, parece ser fundamental para la cooperación entre las personas, según empiezan a constatar algunas investigaciones. Los rumores no sólo son la sal de la vida social, además parecen ser un elemento esencial para la transmisión de valores morales, el control de las reputaciones, la cohesión de las organizaciones y la buena marcha de la sociedad. Ahí es nada.

Mientras la prensa supuestamente seria alardea de que los rumores no son noticia (los detienen en la puerta con el libro de estilo en la mano, pero luego se les cuelan por la ventana), para muchas disciplinas científicas, desde la sociolingüística y la antropología hasta la psicología y la biología evolucionista, pasando por la organización de empresas y la medicina, el chismorreo es objeto de creciente atención. Una de las funciones del cotilleo propuestas por los investigadores es el control de la reputación de los individuos, un aspecto que parece tener una gran influencia en la cooperación humana, según se ha constatado en un estudio realizado por investigadores del Instituto Max Plank de Biología Evolutiva, en Plön (Alemania), publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences de EE UU (PNAS, 18 octubre de 2007, edición digital antes de imprenta). En este estudio, diseñado para evaluar con 14 grupos de 9 estudiantes la dinámica de cooperación en juegos basados en la reciprocidad indirecta, se ha comprobado que el cotilleo es una vía eficaz para la transmisión de información de tipo social y que tiene además una fuerte influencia en la conducta de los individuos. Lo sorprendente –e imprevisto por los investigadores– es que esta influencia en la conducta se aprecia incluso cuando la persona tiene acceso a la información directa además de a los rumores.

La existencia del cotilleo, cuyo origen se confundiría con el del propio lenguaje, ayudaría a explicar los altos niveles de cooperación observados en las sociedades humanas. El estudio del PNAS muestra que los rumores sobre las personas más cooperadoras son más positivos, pero también constata que el chismorreo tiene un gran poder de manipulación. La transmisión interesada y maliciosa de rumores infundados se asocia sin duda con muchas conductas destructivas para las personas y perjudiciales para la sociedad. Del chismorreo siempre queda algo. El problema sigue siendo cómo diferenciar los chismes justos de los injustos, y descubrir a tiempo a los cotillas tramposos.


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