Sobre la garantía de validez de los artículos de revistas de prestigio y otros mitos
El que un niño pequeño duerma con la luz encendida, ¿le predispone o no le predispone a hacerse miope? La revista Nature ha abordado la cuestión por dos veces en menos de un año: la primera, el 13 de mayo de 1999, y la segunda, el 9 de marzo de 2000, para desautorizar el primer trabajo con otro nuevo. Aunque es consustancial al quehacer científico el que unos trabajos rectifiquen o confirmen a otros previos, en este caso hay que acusar a la prestigiosa revista británica de haber creado una preocupación gratuita con la publicación del primer trabajo, que a la luz del segundo resulta defectuoso. En el último estudio, patrocinado por el National Eye Institute (NEI) de Estados Unidos, se ha comprobado que en el desarrollo de la miopía no tiene ninguna influencia el que un niño duerma a oscuras, con una lámpara nocturna o en una habitación completamente iluminada. Lo que sí encontraron los investigadores es una fuerte asociación entre los padres miopes y los hijos con el mismo defecto visual, una variable que inexplicablemente no se había tenido en cuenta en el primer trabajo y que irremediablemente falseaba los resultados, sin que los responsables de Nature lo advirtieran y echaran para atrás su publicación.
El prestigio de Nature (es la tercera revista por factor de impacto, tras el Journal of Biological Chemistry y los Proceedings of the National Academy of Sciences) hace que los trabajos que aparecen en esta publicación gocen de general aceptación entre los investigadores y tengan un enorme eco en los medios de comunicación. Pero, como se ve, esto a veces carece de fundamento, y saca a la luz uno de tantos mitos que hay sobre la publicación científica. En el número del 11 de marzo de 2000, se publica en Medicina Clínica un interesante artículo del profesor Manuel A. Bobenrieth, de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP), donde se comentan una docena de estos mitos:
Mito 1. El hecho de que la comunicación científica se publique en una revista de prestigio es garantía de su validez.
Mito 2. El hecho de que el/los autor/es tengan prestigio por su práctica profesional es garantía de validez y de calidad de su publicación.
Mito 3. El hecho de que el autor haya publicado con anterioridad otro trabajo de investigación de buen nivel conceptual y metodológico es garantía suficiente de calidad (validez científica) de su nueva publicación.
Mito 4. El investigador científico, por la misma naturaleza objetiva de su quehacer, está libre de prejuicios y de sesgos.
Mito 5. La investigación se dedica a problemas importantes y muy complejos, y utiliza conceptos, metodología y terminología tan complicados que, de hecho, está reservada para una elite profesional.
Mito 6. La investigación requiere de una inversión tan grande de conocimiento y tan mantenida de interés, esfuerzo, motivación, tiempo y recursos materiales, que resulta incompatible con el oficio de la práctica profesional diaria.
Mito 7. El número de publicaciones biomédicas y de salud es demasiado grande para mantenerse al día.
Mito 8. El contenido de una publicación original es válido porque la información procede de una fuente solvente o autorizada.
Mito 9. El hecho de que la investigación publicada utilice un diseño experimental constituye garantía de su validez científica.
Mito 10. Una publicación sobre las ventajas de un tratamiento nuevo comparado con otro vigente que demuestra significación estadística posee, en consecuencia, importancia (significación) clínica.
Mito 11. Los artículos de revisión hacen innecesario que el médico lea artículos originales.
Mito 12. El buen escritor científico nace, no se hace.
Como bien explica Bobenrieth en su artículo, detrás de cada uno de estos mitos hay una realidad muy distinta.
Deja una respuesta