El médico del médico

Sobre las responsabilidades éticas de los médicos hacia sí mismos y sus familias

Mientras arrecian por doquier las advertencias contra los riesgos de la autoprescripción, resulta que en la casa del médico está ocurriendo lo mismo que en la del herrero y son los propios médicos los primeros que incurren en ella. Según un estudio que se publica en el número de mañana del British Medical Journal (BMJ), 7 de cada 10 médicos generalistas y adjuntos del Reino Unido se recetan a sí mismos y a sus familiares, contraviniendo las normas éticas de la propia British Medical Association. Como resultado de una encuesta realizada por correo (en el sitio web del BMJ se incluye el cuestionario respondido por un total de 1150 médicos de familia y adjuntos) se ha podido comprobar que la práctica totalidad de los médicos (96%) tiene asignado un médico de familia para cuidar de su salud, pero a la postre los médicos raramente recurren a su médico. En las conclusiones del estudio se invoca como una de las posibles razones la dificultad de acceso al médico de familia fuera de las horas de trabajo, pero éste no parece un argumento demasiado sólido, y quizá haya que buscar otras razones en la dificultad que puede tener el médico de dejar de serlo incluso cuando él es el enfermo o en el desconocimiento de los principios éticos que deberían presidir el comportamiento del médico ante sus propios problemas de salud o los de sus familiares.

 

En 1995, la British Medical Association elaboró un decálogo sobre las responsabilidades éticas de los médicos hacia sí mismos y sus familiares. Las diez normas básicas, resumidas, son éstas:

     

  1. No es aconsejable que los médicos asuman la responsabilidad del diagnostico y el manejo de sus propios problemas de salud y los de sus familiares.
  2. Todos los médicos deberían tener asignado un médico generalista.
  3. Como para cualquier otro paciente, la responsabilidad del cuidado global de la salud de un médico y sus familiares debería corresponder a su médico de familia.
  4. Es preferible que el médico de familia de un médico no sea un pariente suyo y tampoco, si existe la posibilidad, un compañero.
  5. No es aconsejable que los médicos se prescriban a sí mismos otros medicamentos que no sean los publicitarios, que no precisan receta.
  6. El médico debe ser consciente de que cuando busca cuidados para su salud no es otra cosa que el paciente en la relación médico-paciente.
  7. Los médicos tienen la obligación ética, hacia sí mismos y sus pacientes, de asegurar que sus propios problemas de salud están debidamente atendidos y de buscar y seguir el consejo médico sobre su capacidad para seguir trabajando.
  8. Los médicos no se deben aprovechar del acceso que tienen a los archivos médicos para mirar las historias clínicas de sus familiares y amigos sin el debido consentimiento.
  9. Los médicos tienen la responsabilidad de asegurarse que están protegidos contra enfermedades infecciosas como la tuberculosis y la hepatitis B.
  10. Los médicos no deben socavar la confianza que sus familiares tienen en su propio médico de familia contrariando el consejo médico y el tratamiento que reciben.

 

El artículo del BMJ es sin duda una buena oportunidad para la reflexión sobre el propio comportamiento y sobre la conveniencia de seguir estos principios y cuáles pueden ser sus limitaciones o excepciones. Realmente no es fácil dejar de ser médico, pero la especial relación que se establece entre el médico y el paciente parece imponer que cada uno ocupe su sitio. Mayormente por el bien del paciente, aunque éste sea médico.


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