El mensaje de Smaha

Sobre el parlamento de fin de año del presidente de la American Heart Association

Como cada año por estas fechas la American Heart Association (AHA), por la boca de su presidente, hace llegar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad del mundo (Estados Unidos, se entiende) su mensaje navideño. Es un mensaje de todo corazón, dirigido al corazón y que nos habla mayormente del corazón. Y no se trata de una metáfora, es el destilado de cifras y letras del sesudo informe de fin de año de AHA titulado “2000 Heart and Stroke Statistical Update”. El presidente de los corazones americanos nos habla, con los últimos datos estadísticos, de sus amenazas y riesgos, del pasado y del porvenir, del escenario real y del ideal. En fin, mister Lynn Smaha, el actual presidente de la AHA ha hablado. Lo hizo ayer 30 de diciembre, hacia las 4 PM (hora local). En esta ocasión su mensaje tiene, como no podía ser menos, un cariz finisecular. Pero detengámonos unos instantes en lo que ha dicho.

Para empezar, el señor Smaha ha cargado con toda la artillería pesada de los datos estadísticos contra esa bestia negra del corazón que es el tabaco. Mister Smaha ha llamado la atención sobre dos tendencias alarmantes en la epidemia de tabaquismo: por un lado, el número de fumadores adolescentes está aumentando peligrosamente en Estados Unidos y, por otro, se espera que las muertes relacionadas con el consumo de tabaco se tripliquen en el siglo próximo. “Cualquiera que vea estas estadísticas debería preocuparse en extremo”, ha dicho el presidente de la AHA. Y realmente no es para menos. “El tabaco es un factor de riesgo que las personas pueden controlar. Por tanto es lógico que centremos en él nuestra atención a la hora de intentar reducir las muertes por enfermedades cardiacas e infartos de miocardio en el próximo siglo”.

Para Smaha hay un motivo adicional de preocupación: el coste económico del tabaquismo. “El consumo de tabaco les cuesta a los habitantes de Estados Unidos unos 130.000 millones de dólares (unos 21 billones de pesetas) en asistencia médica. Esto incluye los costes relacionados con el consumo de tabaco durante el embarazo, el cual se ha asociado con el bajo peso de los niños al nacer. Otros costes incluyen las pérdidas de jornadas de trabajo, la pérdida de productividad derivada de muerte o discapacidad prematuras, y los costes derivados de los incendios provocados por el tabaco”. Y, por supuesto, también se ha acordado de los fumadores pasivos: “El riesgo de muerte por enfermedad coronaria aumenta en más del 30% entre las personas expuestas al humo del tabaco en casa o en el trabajo”.

¿Y qué pasaría si no hubiera enfermedades cardiovasculares, ni por causa del tabaco ni por otra causa? A Smaha le hubiera agradado sin duda esta pregunta, porque tenía bien preparada la respuesta: si se eliminasen todas las enfermedades relacionadas con el corazón y el sistema vascular la esperanza de vida de los ciudadanos de Estados Unidos aumentaría en siete años. Por lo que respecta a la riqueza del país, aumentaría en nada menos que 300.000 millones de dólares (casi 50 billones de pesetas).  Sobre lo que ocurriría en otros países el presidente de la AHA no ha dicho esta boca es mía, así que nos quedamos con la duda.

Con lo dicho, habrá quien piense que mister Smaha tiene algo personal contra el tabaco o las enfermedades cardiovasculares. Pudiera ser, pero lo que importa es que las estadísticas son de un negro que mete miedo. ¿Y quién decía que las estadísticas hablan por sí solas? Por si no fuera así, las del corazón al menos tienen quien les pone voz.


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