Sobre el fin de los diarios impresos y del viejo periodismo

A los jóvenes les interesan cada vez menos los periódicos impresos. Las nuevas generaciones han encontrado en internet nuevas y más divertidas formas de informarse, y no están dispuestas a pagar por un producto que se les antoja de otra época y con un cierto aroma a rancio. Menos del 10% de los jóvenes de 18 a 34 años leerán periódicos en 2010 en EE UU, según una previsión de la consultora Clark, Martire & Bartolomeo. ¿Qué futuro tiene entonces una industria a la que los jóvenes le vuelven la espalda? Además, muchos lectores de toda la vida están desertando de la compra diaria del periódico, pues lo consultan por internet o se han pasado a la prensa gratuita. Frente a los 20 minutos que lleva la lectura de un diario gratuito, para leer completo un periódico de calidad habría que echar todo un día, algo que ni los más empedernidos lectores pueden permitirse. ¿Por qué pagar entonces por algo que sólo se consume en una mínima parte? Los anunciantes están también volviendo la espalda a los periódicos de papel. Si las cifras de circulación se mantienen es en buena medida gracias a los libros, los vídeos y todo tipo de colecciones y productos que se venden a un precio competitivo junto con el diario. Pero las tiradas son forzadas y este modelo puede dar síntomas de agotamiento en cualquier momento, si es que no los está dando ya. ¿Cuánto tiempo durará esta situación?

Philip Meyer, profesor de periodismo de la Universidad de Carolina del Norte, pronosticó que en 2043 se vendería el último ejemplar impreso de The New York Times, el buque insignia de la prensa generalista de calidad en todo el mundo.Pero su propio editor, Arthur Ochs Sulzberger Jr., adelantó sorprendentemente esta previsión al año 2013 en un encuentro en el foro económico mundial de Davos, según cuenta el periodista italiano Vittorio Sabadin en su libro El último ejemplar del New York Times (editorial Sol90). Poco importa que esto pueda ocurrir dentro de sólo un lustro o más adelante, el asunto es que la calidad periodística ya no es garantía de supervivencia. Si la prensa no reacciona pronto y se renueva, puede sucumbir, y con ella los valores democráticos y de servicio público del viejo periodismo. El auge de la publicidad en los sitios web de los diarios y las inmensas posibilidades de los medios electrónicos apuntan que internet podría ser la tabla de salvación del periodismo. En el futuro, probablemente la edición en papel será residual frente a las ediciones digitales, por la sencilla razón de que no es ecológico imprimir millones de diarios para tirarlos ese mismo día a la basura. En todo caso, el problema es más complejo y la supervivencia de los periódicos pasa por la redefinición de una profesión, la de periodista, alterada por los blogs y el periodismo ciudadano. Si la prensa generalista no se adapta, podría ser su fin. La prensa especializada, ya sea deportiva o de economía, lo tiene más fácil. Y por lo que respecta a las revistas biomédicas, sus fines y su modelo económico son diferentes, por lo que merecen comentario aparte.


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