Sobre la pandemia de gripe H1N1 y las alertas informativas
Cuatro meses y pico después de que la OMS, los medios de comunicación y otros agentes más o menos visibles hicieran saltar una alarma sanitaria mundial ante una inminente pandemia de gripe porcina, la tranquilidad parece haberse instalado en buena parte del hemisferio norte. El riesgo para la salud sigue siendo probablemente el mismo que entonces, pero hemos pasado del alarmismo informativo a una especie de calma chicha.
Lo que “vende” ahora, informativamente hablando, es la desdramatización, en un pernicioso y peligroso juego de equilibrios que parece gobernar los medios de comunicación, tanto en el espacio interno de una información puntual como en el discurrir diario de las noticias. Si en una información se ofrece una versión de un signo hay que compensarla con otra versión opuesta; si se ha alarmado en exceso durante un tiempo ahora toca compensar los excesos. Esta búsqueda sincrónica y diacrónica del equilibrio es, paradójicamente, de lo menos ecuánime y objetiva, pues no entiende de puntos medios ni de riesgos.
El punto medio u objetivo no es el lugar equidistante entre dos voces que conviven en un artículo, ni el balance entre lo que se dice un mes y al siguiente. La verdad objetiva en biomedicina es un lugar estadístico o probabilístico, que a los medios se les resiste reiteradamente porque no entienden de números ni de riesgos y se confunden otorgando un mismo peso informativo a quien está en lo cierto y a quien está equivocado. La verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero. El problema de los medios es que no aciertan a descubrirla.
Hay motivos para pensar que la temporada gripal, protagonizada por el nuevo virus H1N1, no va a ser ni tan temible ni tan mortífera como se voceaba hace unos meses. Por un lado, tenemos la experiencia de Argentina y otros países del hemisferio austral, donde está a punto de terminar el invierno y el balance de muertos y afectados no es tan trágico. A esto hay que sumar la sensatez de la mayoría de los médicos, que están alzando su voz para transmitir rigor y cordura. Un buen ejemplo es la iniciativa Gripeycalma, un esfuerzo coordinado de más de 40 profesionales de la salud para ofrecer información veraz y calma, pues “la situación actual no justifica una alarma social”, así como un decálogo de propuestas para la organización de los centros sanitarios ante la presumible avalancha de consultas.
El virus H1N1 parece que nos va a hacer compañía durante mucho tiempo, así que más vale que nos acostumbremos a mirarlo a la cara. Hasta que no pase la temporada gripal no sabremos realmente la gravedad y el impacto de la anunciada pandemia. Lo que sí parece claro es que los medios de comunicación han sido la primera víctima. Entre los lectores de prensa, como puede observarse en muchos comentarios en Internet, se aprecia que acceden a otras fuentes de información y un mayor escepticismo ante la cantidad de mensajes distorsionados y contradictorios. Ya era hora. Ahora lo que hace falta es que aprendamos todos a distinguir la fiabilidad de las fuentes y que el riesgo real no es el punto equidistante entre la alarma y la calma.
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