Sobre primicias, pioneros y otros reclamos inaugurales
El reclamo de “la primera vez” empieza a ser demasiado habitual en biomedicina. Es cierto que son tantas las áreas de investigación, tantos los estudios y tantas las publicaciones que algo hay que resaltar para llamar la atención y, a ser posible, aparecer en los medios de comunicación, que es donde parece que se bendicen los logros de la ciencia. El caso es que conseguir algo “por primera vez” parece ser el mérito principal, cuando éste debería recaer en la dificultad y trascendencia del logro. Por si no había bastante con los anuncios de las primeras operaciones con esta o aquella innovación, las primeras laparoscopias de todo tipo, los primeros bebés, embriones, siameses, animales clónicos o cualesquiera otros grupos celulares o seres vivos que han tenido la dudosa fortuna de ser los primeros en algo, para mayor gloria de la ciencia y de la institución que los hizo famosos, tenemos además los primeros días mundiales de mil y una enfermedades, las primeras jornadas sobre asuntos varios donde se anuncian más y más primicias, y toda la retahíla de cumpleaños y efemérides. Y por si esto no fuera suficiente, soportamos además el goteo incesante de genes primerizos para un sinnúmero de condiciones, las más peregrinas asociaciones causales obtenidas “por primera vez” gracias a la combinatoria estadística y un bombardeo interminable de logros inaugurales.
Con estos antecedentes, no es de extrañar que cuando en una información de biomedicina nos topamos a las primeras de cambio con un “por primera vez” se disparen a la vez los resortes automáticos de la expectación y una extraña sensación de déjà-vu. Las más de las veces, estos logros primerizos nos “abren la puerta” a vagos avances venideros o “arrojan luz” a un recinto que supuestamente estaba a oscuras. Cuando la secuencia de un primer hallazgo que abre una puerta o ilumina un cuarto oscuro se repite una y otra vez, llega un punto en que no sabemos si se trata de la misma puerta y la misma luz. En cualquier caso, la escenografía de la primera vez empieza a ser repetitiva y decepcionante. Son ya demasiadas primicias que alumbran lo que una cerilla y demasiados logros pioneros que se quedan en nada. Otras veces la primicia llega algo tarde, como le ha ocurrido ahora a la American Heart Association al anunciar el 3 de mayo de 2002 que se ha descubierto “por primera vez” que la dieta rica en folatos reduce el riesgo de ictus, justo lo mismo que había dicho en noviembre de 2000 en sus 73rd Scientific Sessions.
¿Y qué decir de las informaciones contradictorias sobre los tratamientos de primera elección o las primeras causas de muerte? Mientras por un lado leemos que Valentín Fuster pronostica que las enfermedades cardiacas seguirán siendo la primera causa de muerte, por otro Mariano Barbacid pronostica que el cáncer superará a las enfermedades cardiovasculares como primera causa de mortalidad. Con todo este furor primerizo, lo que no se explica es qué pintan las segundas opiniones.
Deja una respuesta