Sobre el riesgo gripal en los Juegos de Sydney y otras luces y sombras del deporte
Los Juegos Olímpicos de Sydney, que se inaugurarán el próximo 15 de septiembre en la ciudad australiana, serán los últimos del milenio pero los primeros que se celebrarán en el hemisferio sur y, por tanto, al empezar la primavera austral y no en verano como era tradicional. Y eso tiene sus riesgos. Aparte de las nubes primaverales, el principal nubarrón que se cierne sobre las olimpiadas es la amenaza de una epidemia de gripe de la que ya ha alertado la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de su Centro contra la Gripe en Melbourne (Australia), cuyo vicedirector Alan Hampson ha avisado que los Juegos «suponen una oportunidad única para la gripe». Los afectados se cuentan ya por cientos de miles, mientras siguen llegando turistas y atletas de todo el mundo y las autoridades sanitarias de país y el propio Comité Organizador se afanan en recomendar la vacunación y facilitarla expresamente a los atletas. Veremos si lo que parece un brote estacional no provoca una epidemia deportiva y estos Juegos acaban siendo recordados como los de la gripe olímpica.
Al margen de esta amenaza de gripe, las noticias y estudios médicos sobre los pros y contras del ejercicio físico y el deporte, ya de por sí abundantes todo el año, se intensifican en estas fechas preolímpicas. Así, por ejemplo, la American Academy of Pediatrics (AAP) publica en el número de septiembre de su revista Pediatrics un comunicado titulado Medical Concerns in the Female Athletes en el que se subraya la preocupación médica porque las niñas y adolescentes que practican deportes con regularidad pueden desarrollar enfermedades y patologías como trastornos alimenticios, disfunciones menstruales o disminución de la densidad mineral ósea. La AAP hace hincapié en que estas jóvenes deportistas precisan una supervisión especialmente atenta por parte de los pediatras, a quienes ofrece en el mencionado comunicado las pertinentes recomendaciones. Por su parte, la American Academy of Orthopaedic Surgeons (AAOS) publica una lista de los 10 deportes de verano con más lesiones. La lista tiene el sesgo de la popularidad de los distintos deportes en Estados Unidos, pero con todo es una buena pista. Está encabezada por el baloncesto seguido del ciclismo, que provocan cada uno en torno al millón y medio de lesiones anuales; a continuación vienen baseball, fútbol y fútbol americano, con cerca de medio millón de lesiones; y siguen en orden decreciente salto de trampolín, patinaje, hípica, levantamiento de pesas y voleibol. La AAOS advierte sobre la falsa sensación de seguridad que dan algunos deportes y dice que «los Juegos de Verano inducirán a millones de niños en todo el mundo a la práctica deportiva», y que estas actividades «ayudan a desarrollar la musculatura y la coordinación, pero pueden provocar lesiones». Los más jóvenes, cuyo sistema musculoesquelético está en crecimiento, son más susceptibles a las lesiones, por lo que la AAOS insiste en la prevención con algunas medidas básicas pero a menudo olvidadas, como no jugar cuando se siente dolor, conocer las normas del deporte, no hacer estiramientos excesivos o jugar con el equipo adecuado.
Con todo, los beneficios del ejercicio compensan con creces sus riesgos. Y la literatura médica se encarga todas las semanas de aumentar las pruebas. Así, entre los trabajos aparecidos en los últimos días, se pueden destacar dos. Uno de Circulation, que concluye que la práctica deportiva en sesiones cortas es igual de beneficiosa para el corazón que una única y prolongada sesión. Y otro, en Urology de agosto, que demuestra en un estudio prospectivo que el ejercicio físico (de más de 200 calorías diarias) reduce el riesgo de impotencia, lo que tampoco deja de ser una noticia olímpica.
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