Sobre los factores dietéticos del cáncer y su prevención
Pocos dudan que la dieta es uno de los factores cruciales en el desarrollo del cáncer. Del cruzamiento y sobrecruzamiento de estudios de muy diversa intención y condición se ha obtenido un dato, un porcentaje difícilmente cuestionable y que da cuenta del peso de los factores dietéticos en la aparición del conjunto de los tumores malignos: el 30%. En los países no desarrollados la dieta tiene una importancia algo menor, pues se considera responsable de un 20% de todos los cánceres. De modo que, en teoría, la dieta sería la segunda causa prevenible del cáncer, sólo por detrás del tabaco. Ahora bien, ¿a qué conclusiones prácticas nos conduce toda la investigación acumulada en las últimas décadas sobre las posibles asociaciones entre la dieta y el cáncer? ¿Cómo y qué hay que comer para prevenirlo? Las respuestas que suelen dar los expertos son, a la postre, tan simples y generales, tan poco técnicas si se quiere, que se confunden con las que daría un lego con sentido común.
Por eso se echaba en falta un buen artículo de revisión que abundara en el tema y aclarara la cuestión. Y hete aquí que una revista de reconocida calidad, difusión e intención periodística como es The Lancet nos lo sirve en bandeja en su número del 14 de septiembre de 2002 con el título de The efect of diet on risk of cancer. Pero su lectura y conclusiones nos dejan un sabor agridulce, agrio porque nos dice lo que ya sabíamos y dulce, pues por lo mismo. La última frase, la sentencia final, la recomendación definitiva es ésta: “Por ahora, lo recomendable es mantener un peso sano, restringir el consumo de alcohol, y seleccionar una dieta convencionalmente equilibrada que asegure una adecuada ingesta de fruta, vegetales y cereales”. Sin duda, lo más llamativo es la invocación a la dieta convencional y tradicional, como reconociendo que el equilibrio dietético es un asunto de sabiduría popular, que antes (hasta la segunda mitad del siglo XX, según se especifica en el artículo) se comía de forma más equilibrada, y que las frutas, los vegetales y los cereales son la sota, el caballo y el rey de una dieta sana que, probablemente, previene el cáncer.
Entrando algo más en detalle, este trabajo del grupo de Timothy Key, de la Unidad de Epidemiología de la Universidad de Oxford (Reino Unido), añade que la obesidad aumenta el riesgo de cáncer de esófago, colon y recto, mama, endometrio y riñón, y que el alcohol causa cáncer en la cavidad oral, faringe, laringe, esófago e hígado, y aumenta ligeramente el riesgo de cáncer de mama. Tras reconocer las dificultades metodológicas para evitar sesgos en los estudios de observación y la escasa fiabilidad de las estimaciones de la ingesta de nutrientes, Key asegura que en 30 años de investigación se han establecido muchas hipótesis y muy pocos determinantes dietéticos del cáncer, incluso para los colorrectales, contra lo que muchos piensan. ¿Y que hay de la fibra, la carne y las vitaminas? Pues, de momento, hipótesis.
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