Prepublicación

Sobre la divulgación de estudios médicos en internet antes de su edición impresa

El jueves 30 de noviembre, a las 10:30 horas, en el número 101 de la calle Tolbiac de París, el Institut National de la Santé et de la Recherche Médicale (Inserm) francés convocó una conferencia de prensa para desvelar el contenido de un estudio que iba a ser publicado en la revista The Lancet el 9 de diciembre. Las prisas de Inserm y su transgresión de las normas de publicación de la revista británica tenían por objeto un estudio preliminar con cinco pacientes a los que se les realizó un trasplante de células cerebrales fetales para tratar la enfermedad de Huntington que padecían y que produjo cierta mejoría en tres de ellos. Estos sucesos motivaron que The Lancet publicará en Internet el artículo completo el día 1 de diciembre. Y el efecto final de este encadenado de sucesos fue que el estudio en cuestión tuvo un mayor eco en la prensa del que quizá habría tenido una investigación con sólo cinco pacientes nueve días después.

Por diversas circunstancias, la publicación de estudios en internet antes de su aparición en la edición impresa empieza a ser cada vez más habitual. El New England Journal of Medicine, poco dado a aventuras de riesgo con los nuevos medios, tiene actualmente dos early releases: Phenylpropanolamine and the Risk of Hemorrhagic Stroke y Adverse Cardiovascular and Central Nervous System Events Associated with Dietary Supplements Containing Ephedra Alkaloids. Ambos están en la red desde el 6 de noviembre y aparecerán en la edición impresa del 21 de diciembre. El primero de ellos ya ha hecho correr mucha tinta y ha obligado a pronunciarse a la Agencia Española del Medicamento (AEM) para comunicar a la opinión pública el auténtico riesgo de los antigripales comercializados en nuestro país que contienen fenilpropanolamina. Otra institución de peso en la medicina global, la American Heart Association (AHA), también empieza a hacer uso de internet para la difusión de estudios de especial interés mediante el sistema que denominan rapid track. Por ejemplo, Circulation, una de sus publicaciones, ofrece on line desde el 11 de diciembre un estudio sobre la identificación de una mutación relacionada con la muerte súbita en niños que será publicado en la edición del 16 de enero (aquí sólo es gratis el resumen; el acceso al artículo completo es de pago o queda reservado a los suscriptores). Por su parte los National Institutes of Health (NIH) de EE UU difunden clinical alerts (22 en total desde 1991) cuando los ensayos tienen una especial repercusión en la morbilidad o mortalidad.

En estas estábamos cuando el miércoles 13 de diciembre el JAMA de la American Medical Association (AMA), aprovecha la publicación de un estudio que muestra un efecto pernicioso de la prepublicación (la extrapolación de los resultados a pacientes no considerados en el estudio) para lanzar un comentario editorial sobre la Prepublication release of medical research y reeditar sus normas sobre la difusión al público de los resultados de la investigación, actualizando las que tenía desde 1991, en la época de Lundwerg. El cambio más apreciable es el que dice que los autores que remitan originales a la revista no deben participar en conferencias de prensa o difundir comunicados antes de su publicación en sustitución del más suave de 1991 en el que los editores de la revista prefieren que la información no sea difundida al público. Todo esto, además de reflejar las lógicas tensiones entre editores, investigadores y medios de comunicación, lo que pone de relieve es que internet ha trastocado el cómo y cuándo se difunde la investigación. Está claro que la información parcial puede ser conducir a equívocos, pero si el artículo final está listo, ¿por qué hay que esperar meses o años para divulgarlo hasta que le toque su turno en la imprenta?


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