Sobre el cálculo de las expectativas de salud y enfermedad
Hablando de proyecciones en sentido metafórico, los epidemiólogos resultan tan machacones como los psicoanalistas. Si para estos últimos las relaciones personales están entretejidas de intenciones y rasgos propios que uno atribuye (proyecta) en otras personas, los epidemiólogos insisten en dibujar las expectativas de vida de la gente, en la salud y en la enfermedad, a fuerza de hacer proyecciones con los datos estadísticos. Pero mientras las expectativas de vida aumentan en prácticamente todo el mundo, cuando se hacen proyecciones sobre los riesgos de sufrir alguna enfermedad, desde el cáncer de mama al Alzheimer, las predicciones no suelen ser tan halagüeñas.Entre las más recientes y alarmantes proyecciones están las que publica en el número del 7 de octubre el Journal of the American Medical Association (JAMA) sobre la diabetes. Dicen así: el riesgo de padecer diabetes a lo largo de la vida para los nacidos en 2000 es del 32,8% para los niños y del 38,5% para las niñas. Es decir: uno de cada tres niños y dos de cada cinco niñas se harán diabéticos a lo largo de su vida. Las proyecciones, que según los autores son las primeras que se hacen para la diabetes, se refieren sólo a EE UU, pero suponen un aviso para los demás países, aunque su nivel de riesgo sea supuestamente menor. Naturalmente, el riesgo residual de padecer una diabetes en lo que queda de vida va disminuyendo con la edad, pero llega a ser comparable al de padecer algunas otras enfermedades de alta prevalencia. Así, como se detalla en el estudio del JAMA, para una recién nacida, el riesgo de padecer cáncer a lo largo de su vida (uno de cada ocho) es menor que el de diabetes (dos de cada cinco); a los 40 años el riesgo residual de diabetes es de uno de cada tres hombres y mujeres, casi tan alto como el de padecer enfermedad coronaria (uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres); a los 50 años, el riesgo residual de diabetes es algo menor de tres de cada diez, muy próximo al de sufrir una fractura de cadera (uno de cada tres), y a los 70, el riesgo residual de diabetes para los varones es de uno de cada 10, el mismo que para las demencias.
Estas proyecciones son sin duda de lo más ilustrativo, tanto para los médicos como para los pacientes, a la hora de comunicar los riesgos, pero ha de entenderse que están referidas a una persona media de la población estudiada. El riesgo exacto para una persona concreta puede ser mayor o menor, en función de si es o no obesa, de su estilo de vida, de sus condiciones socioeconómicas y de otros factores de riesgo. Además, hay que tener siempre presente que un riesgo nunca implica certidumbre y que, en la diabetes tipo II (el 90-95% de todas las diabetes), nueve de cada diez casos podrían prevenirse con ejercicio físico, alimentación más saludable, dejando de fumar y adoptando un mejor estilo de vida más saludable. Si no, sólo queda la esperanza de que se materialice alguna de las posibilidades de curación que se están investigando.
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