Pulitzer de salud

Sobre el factor humano y otros rasgos del periodismo médico

Diana K. Sugg, de 37 años, reportera del diario The Baltimore Sun de Estados Unidos recibió el 7 de abril uno de los premios Pulitzer de periodismo 2003. Su condición de periodista especializada en medicina ni quita ni pone méritos al galardón, que es por encima de todo un premio al buen hacer profesional (lo que antes se llamaba mérito y ahora excelencia: cosas de los tiempos). Su condición de paciente que ha sufrido ictus, epilepsia y otros problemas neurológicos, tampoco suma o resta nada especial a sus merecimientos periodísticos. Con todo, ambas circunstancias deben ser tenidas en cuenta al valorar este premio, considerado el más prestigioso en periodismo, aunque restringido al ámbito estadounidense.

No es la primera vez que alguno de los Pulitzer de periodismo (ahora son un total de 14, además de otros 7 para novela, teatro, historia de EE UU, biografía, poesía, libro de no ficción y música), que se dan cada año desde 1917, recae en el periodismo biomédico. Antes lo han recibido otros periodistas por artículos o series de artículos sobre la lucha contra el sida, en 1997; los avances en neurología, en 1994; los errores médicos, en 1991; la terapia génica, en 1987, la neurocirugía, en 1979, o el acceso a los métodos anticonceptivos, en 1963. Todos estos y otros Pulitzer vienen a reconocer que también en el área de salud hay buen reporterismo. El que ahora ha recibido Diana K. Sugg, el Pulitzer a la mejor  labor continuada en un tema concreto, reconoce “sus apasionantes y a menudo conmovedoras historias que iluminan complejos temas médicos a través de las vidas de la gente”.

Tom Rosenstiel, uno de los miembros del jurado, ha destacado que los artículos de Sugg “combinan el sentido de la tecnología y la humanidad que hay en los temas médicos pero que a menudo es difícil transmitir en periodismo”. El arpista que entretiene a los moribundos, los hermanos que ofrecen sus cuerpos para ensayar nuevos tratamientos y otras muchas personas en el filo de la lucha contra la enfermedad son el componente humano con el que esta periodista trenza su reporterismo médico. Sugg, que probablemente trabaja estimulada por su experiencia como enferma, se define como “una persona que trabaja duro y tiene corazón”, y quizá este sea el secreto de su periodismo bien informado, apoyado en múltiples conversaciones y buena documentación.

Humanidad y tecnología son dos de los principales rasgos de la medicina actual, aunque nada humano es ajeno a esta actividad que no es propiamente una ciencia ni un arte ni una técnica, sino un poco de todo y algo más. Por eso, el afán de conocimiento, los intereses personales, el dinero, el poder, la gloria, el prestigio, la generosidad, las rencillas y otras grandezas y miserias de los protagonistas de la medicina también ayudan a entenderla. Y a narrar, con la mejor intencionada de las subjetividades, sus logros y fracasos, sus desafíos y esperanzas, sus luces y sombras, que eso y no otra cosa es el periodismo.


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