Rituales y placebos

Sobre la confianza del paciente y su efecto terapéutico

Lo característico de un ensayo clínico es la comparación de un fármaco con una sustancia inerte o placebo, generalmente en el marco de un estricto protocolo científico que incluye, entre otras exigencias, la aleatorización y el doble ciego. Para designar este tipo de estudios, situados en lo más alto de la pirámide de la evidencia, sólo por debajo de los metaanálisis y las revisiones, se usa sistemáticamente la muletilla “fármaco X versus placebo”, como si la segunda parte del binomio, el placebo, fuera inmutable y predefinido. Sin embargo, cabría plantearse por qué no se especifica qué tipo de placebo. ¿Son acaso todos los placebos iguales? ¿Tiene el mismo efecto una inyección de suero fisiológico que una pastilla de azúcar?

Un ensayo clínico publicado en el British Medical Journal el 1 de febrero de 2006 ha investigado estas cuestiones. Y su conclusión, preliminar pero sugerente, es que el efecto placebo varía según el tipo utilizado: una inyección de acupuntura falsa calmaba más el dolor que una pastilla de azúcar. La explicación que ofrece el principal autor del estudio, Ted  J. Kaptchuk, director de terapias complementarias e integradoras del Instituto Osher de la Universidad de Harvard, es que el ritual médico que supone un dispositivo puede proporcionar un mayor efecto placebo que una pastilla. Como reconoce Kaptchuk, que es doctor en medicina oriental , además de profesor de Harvard y una autoridad en el tratamiento del dolor, el ritual es irrelevante ante los fármacos en el tratamiento de muchas afecciones (por ejemplo, una infección bacteriana), pero en algunas dolencias menores ­­­también podría ser cierto lo contrario, que el ritual fuera lo más importante.

Quizá las medicinas complementarias sean solo puro placebo, pero lo cierto es que amplias capas de la población occidental confían en ellas. La postura de la medicina oficial sobre el efecto placebo es ambivalente: reconoce su existencia, pero lo menosprecia; admite que funciona, pero no sabe a ciencia cierta cómo y por qué. Aunque está claro que muchos enfermos se benefician de sus propias expectativas, la medicina científica, la que tiene como patrón oro el ensayo clínico, sigue sin investigar a fondo cómo manipular y administrar mejor este efecto terapéutico en beneficio de los pacientes. Ahora que se está en vías de entronización del ejercicio físico como un remedio esencial y los médicos llegan incluso a recetarlo para algunas enfermedades, tampoco estaría mal que la medicina se decidiera a estudiar cómo sacar más partido a una terapia tan barata como es el placebo. Aunque sólo fuera para aliviar unos cuantos dolores y dolencias.


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