Sexología

Sobre las encuestas y otros estudios de la sexualidad

Los antropólogos han hecho, ciertamente, una gran labor interpretativa, divulgativa, desintoxicadora, desmitificadora y hasta higienista sobre la sexualidad humana. Al registrar la sorprendente variedad de conductas sexuales en las distintas culturas, lo que hacían era constatar que el Homo sapiens es un primate especialmente sexy, imaginativo y polifacético, y advertir contra el error de considerar las expresiones de la sexualidad de la propia cultura como algo consustancial a la naturaleza humana, como observaba el antropólogo estadounidense Marvin Harris. “Ciertamente, es propio de la naturaleza humana poseer un apetito y una pulsión sexuales sumamente desarrollados, y es ciertamente propio de la naturaleza humana ser capaz de encontrar diversas formas de satisfacer estas necesidades y apetitos específicos de la especie. Pero no es consustancial a la naturaleza humana ser exclusivamente promiscuo ni poliándrico ni monógamo ni polígino”, escribía el padre del materialismo cultural, muerto hace menos de un año. ¿Pero quién lee hoy a los materialistas culturales para conocer la sexualidad humana?

Los estudios sobre el sexo se hacen hoy, mayormente, con encuestas. Así resulta que uno de los grandes investigadores es el fabricante de condones Durex, que con sus famosas y mediáticas encuestas anuales sobre hábitos sexuales nos viene ofreciendo datos sobre la frecuencia de las relaciones, los lugares preferidos, las ciudades sexuales más atractivas, lo que más atrae de la otra persona, el número de parejas sexuales y otros asuntos sexológicos. Además, como la firma es una multinacional que encuesta allí donde llegan sus condones, pues permite hacer comparaciones de lo más distraídas. No se puede decir que esto sea propiamente jugar con el sexo, pero ciertamente da mucho juego de titulares y datos. Incluso el mencionado Marvin Harris, cuando escribía que “la obsesión sexual del macho humano carece de parangón en otras especies”, a renglón seguido echaba mano de las estadísticas sexológicas para apuntalar la rotundidad de la frase indicando que los adolescentes norteamericanos afirman pensar en el sexo cada cinco minutos, como promedio, durante sus horas de vigilia, y que incluso a los 50 años los varones estadounidenses piensan en el sexo varias veces al día.

Es una pena que la “I Encuesta Schering sobre sexualidad y anticonceptivos en la juventud española” no haya abordado la frecuencia de pensamientos sexuales. Pero, en fin, nos revela que uno de cada cuatro jóvenes de 15 a 24 años mantiene conductas sexuales de riesgo, a pesar de que más del 80% ha recibido información sexual, principalmente a través de los medios de comunicación y los amigos. La encuesta da muchos más datos, pero abundar en ellos sería quizá empezar a hacer sexología. Y no se trata de eso. El pintor Ramón Gaya tituló un librito suyo “Naturalidad del arte (y artificialidad de la crítica)”. Aquí no hay más que sustituir arte por sexo y crítica por sexología.


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