Valoraciones

Sobre el prestigio y desprestigio de la profesión médica

No es descabellado atribuir el actual desconcierto profesional de muchos médicos a la ausencia de una definición clara y operativa de salud. Esa mezcla de desorientación y descontento, de perplejidad y desánimo que dicen sentir muchos clínicos en su trabajo se deriva, sin duda, de los nuevos desafíos y exigencias que han venido a caer sobre las ya cargadas espaldas de los médicos. Pero esta sobrecarga es doblemente pesada por la ambigüedad y vastedad de las funciones encomendadas. Si la misión de los médicos ya no es sólo combatir la enfermedad y ayudar en lo posible a los enfermos sino además procurarles un estado de bienestar físico, psicológico y social, según proclama la OMS en su definición de salud, resulta que esta es una misión desconcertante por imposible. Las palabras nunca son inocentes, y en este caso todo indica que la idea de salud se vuelve contra sus propios administradores.

Ocurre, además, que muchos enfermos tienen una apreciación ingenua y excesiva del poder de la medicina actual y sus maravillas, mientras que los médicos son conscientes, pesarosamente conscientes, de todo lo que la medicina no puede conseguir y de sus limitaciones como administradores de la ciencia y el arte médicos. Dice Richard Smith, el director del British Medical Journal (BMJ), que esta disparidad de posiciones entre pacientes y médicos hace que entre las partes se establezca un “contrato engañoso” y que, como los médicos no quieren revelar a los pacientes la cruda realidad de las limitaciones de la medicina, esta circunstancia se convierte en una fuente importante de descontento. Si a esto se añade que los médicos ya no tienen el margen de libertad y maniobra que tenían para hacer lo que consideran mejor para sus enfermos, pues nos encontramos con una profesión muy cambiada y unos profesionales que ya no son lo que eran y no se reconocen ni a sí mismos: muchos se quejan de estar sobrecargados de trabajo y mal pagados, además de haber perdido prestigio y aprecio social.

Sin embargo esta apreciación no se corresponde con las valoraciones de la opinión pública, pues los médicos suelen ser los profesionales mejor valorados en las encuestas. Así, en el último Informe Sociológico Anual de Cataluña (ISA 2001), coincidente en sus resultados con los de otros estudios del conjunto de España, un 95% de los entrevistados considera que es una profesión importante o muy importante, más incluso que la de maestro y mucho más que la de juez, empresario o periodista. La alta valoración social de los profesionales cuya misión es velar por la salud se asimila, en buena lógica, con la alta consideración que tiene la salud en nuestra sociedad. Si los médicos son tan bien valorados es porque, a pesar de la desconcertante idea de salud de la OMS y de otros pesares, la profesión da la cara ante la enfermedad. Lo que se espera hoy de un médico no es sólo ciencia y técnica; también, como siempre, mucha humanidad. Y eso siempre pesa en las valoraciones.


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