Sobre los consejos médicos y el estilo de vida saludable
A pesar de los continuos avances diagnósticos y terapéuticos, cada día hay más enfermos cardiovasculares. La razón principal la ha repetido el cardiólogo Valentín Fuster en numerosas ocasiones: “estamos fallando en la prevención”. El propio Fuster, consciente de que uno de los objetivos principales de la medicina y de su labor como cardiólogo es la prevención, ha querido hacer llegar al gran público sus consejos médicos a través de un libro de divulgación: La ciencia de la salud: mis consejos para una vida sana (Planeta, 2006). Quizá las recomendaciones transmitidas desde el punto de vista personal de un cardiólogo prestigioso puedan llegar más eficazmente a quienes lean este libro, pero en esencia son las mismas que vienen haciendo las principales sociedades de cardiología de todo el mundo, y en especial la American Heart Association (AHA). Y como siempre es posible afinar más en los consejos a la luz de las nuevas investigaciones, la AHA acaba de publicar en su revista Circulation unas nuevas recomendaciones, basadas en la revisión de más 90 nuevos estudios, dirigidas a los estadounidenses pero válidas para todo el mundo y que sustituyen a las anteriores de 2000.
Mientras las directrices de 2000 preconizaban la dieta saludable, las de ahora van más allá e insisten en la importancia de un estilo de vida sano. Las nuevas recomendaciones se concretan en seis puntos: reducir en la dieta los ácidos grasos saturados y trans (respecto a las directrices de 2000, el componente calórico de las grasas saturadas se reduce del 10% al 7% y las grasas trans se limitan al 1%); minimizar la ingesta de alimentos y bebidas azucaradas; poner énfasis en la actividad física y el control del peso; tomar una dieta rica en verdura, fruta y alimentos integrales; evitar el consumo y la exposición al tabaco, y alcanzar y mantener unos niveles saludables de colesterol, presión sanguínea y glucosa. El mensaje clave es que, sin prohibir nada y sin que la gente deba renunciar a lo que le gusta (excepto al tabaco), la prevención debe centrarse en la adquisición de hábitos sanos y esto puede implicar cambios permanentes a largo plazo en la forma de comer y vivir. Nunca es demasiado tarde ni demasiado pronto (las recomendaciones se dirigen a los mayores de dos años) para empezar, y una buena manera de hacerlo, dicen los cardiólogos, es reducir el tamaño de las raciones, evitar las calorías extra de las bebidas azucaradas y dedicar media hora diaria al ejercicio.
El sistema cardiovascular es sin duda una de las dianas fundamental de la prevención. De hecho, si al concepto de vida sana se le despoja de su ropaje filosófico y psicosocial, lo que queda son poco más que ejercicio físico y consejos dietéticos como los de la AHA. Pero no hay que olvidar que la salud, entendida en una dimensión integral y biográfica, tiene también mucho que ver con la escala de valores de una persona, con su actitud hacia los problemas, con la amistad y otros intangibles que nada tienen que ver con las calorías.
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