Anecdotario

Sobre el peligro de la falta de sustancia de la información médica

Con todo lo que se está publicando sobre salud y medicina en los medios de comunicación, sumado al eco multiplicador que tienen estas noticias en internet y a la información propia de la red, la formación de los lectores debería dar un salto cualitativo. Pero no está claro que esto sea así, al menos de forma generalizada. Dejando de lado los temas relacionados con las enfermedades crónicas, que tienen en general lectores fieles y habitualmente bien educados como pacientes crónicos que son, así como los asuntos más técnicos o espinosos de la información de biomedicina, ¿qué pueden decir a ciencia cierta los lectores corrientes sobre los asuntos más recurrentes, de interés general y aparentemente menos complejos? ¿Qué pueden decir, por ejemplo, sobre la utilidad de la vitaminas en la prevención de algunas enfermedades, como la demencia? ¿Y sobre los beneficios para la salud que aportan el té, el vino, los zumos o la leche, tan reiteradamente cacareados en los medios? ¿Cuántos son capaces de discriminar tantas falsas verdades sobre la dieta que se han difundido y que siguen circulando? ¿Y qué decir de asuntos tan enrevesados como la terapia hormonal o la prevención de la osteoporosis? ¿Y de la influencia de la televisión, de la espiritualidad o de las mascotas en la salud?

Realmente hay un empacho de noticias de salud que, lejos de aliviarse, va empeorando y amenaza con liquidar la función informativa de algunos medios de comunicación. Las informaciones completas, rigurosas y bien contextualizadas escasean y quedan sepultadas por una avalancha de noticias parciales e irrelevantes, cuando no inexactas, en las que se lanzan infinidad de mensajes confusos y a menudo contradictorios. A fuerza de publicar más y más noticias de salud totalmente superficiales, muchos lectores están reforzando su escepticismo. Esto, en principio, no tiene por qué ser algo negativo. Como decía Juan de Mairena a sus alumnos acerca del escepticismo, “no os aconsejo que figuréis en el coro de sus adeptos ni en el de sus detractores. Yo os aconsejo, más bien, una posición escéptica frente al escepticismo”. Mantener una actitud escéptica estimula a leer con un cierto descreimiento y espíritu crítico las noticias de salud, pero cuando las informaciones no están a la altura del escepticismo del lector los problemas empiezan a ser evidentes.

Uno de estos problemas es que los resultados de muchos estudios médicos se transforman en afirmaciones categóricas mediante los titulares de prensa. La falta de detalles y matices en la información, imprescindibles en un terreno tan saturado de mensajes y complejo como el de la biomedicina, es un peligro encubierto en muchas noticias. Así como Eugenio d’Ors eligió transformar la anécdota en categoría como especialidad literaria, ésta parece ser la función equivocada que están realizando algunos medios de comunicación con buena parte de sus informaciones sobre salud. Pero la medicina no es literatura, y cuando a la información le falta sustancia se convierte en un puro anecdotario.


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