Sobre los grandes y pequeños interrogantes de la ciencia
El sábado 3 de julio de 1880 aparecía en Nueva York el primer número de la revista fundada por Thomas A. Edison, Science, al precio de 10 céntimos de dólar. Un único pliego de 12 páginas en blanco y negro, más una portada para encuadernar el primer volumen (de julio a diciembre) y una cubierta con 11 módulos de publicidad conformaban este primer número de un semanario (“A weekly record of scientific progress”, rezaba su subtítulo) que aspiraba a ocupar en Estados Unidos la posición que tenía Nature en Inglaterra, según escribía en su saludo a los lectores el director de la revista, John Michels. La presentación en internet de los dos primeros números de Science, con motivo del 125 aniversario de la publicación, permite calibrar cómo fueron los primeros pasos de una gran revista y cuánto han cambiado las cosas en este siglo y cuarto. El rigor intelectual, la confianza en el método científico y la necesidad de compartir los descubrimientos, como pilares básicos de la ciencia, permanecen intactos; lo que ha cambiado sustancialmente en estos 125 años es el nivel de conocimientos, lo que se sabe y lo que se ignora. Para ilustrarlo, en el número 5731 de Science, de 1 de julio de 2005, la revista incluye una sección especial con los 125 principales interrogantes que los científicos todavía no han contestado o que quizá no sean capaces de contestar.
La formulación de la ignorancia en forma de preguntas que se van actualizando y renovando es consustancial a la tarea científica. “Las preguntas son más importantes que las respuestas para configurar el futuro de la ciencia”, escribe Donald Kennedy, el actual director de Science. “La investigación trata de las respuestas, pero la ciencia trata de las preguntas, tales como qué es la conciencia, y cómo podríamos asegurar, por ejemplo, si un cuervo la tiene”. Esta es precisamente una de las grandes preguntas de la ciencia, que se aventura hacia la búsqueda de algún marcador biológico de la conciencia una vez superada la dicotomía cartesiana entre cuerpo y alma (El error de Descartes es el título de un libro del neurocientífico portugués Antonio Damasio, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2005). El muestrario de grandes interrogantes se completa con otras 24 grandes cuestiones, como por ejemplo si estamos solos en el Universo, cuánto puede prolongarse la vida humana, por qué los hombres tenemos tan pocos genes, qué fuente de energía reemplazará al petróleo y cuándo, o si se logrará una vacuna contra el sida. Junto a estos 25 grandes interrogantes, elegidos por su trascendencia social o simplemente por ser fascinantes, Science añade un centenar de cuestiones a modo de muestrario de la actual ignorancia científica. Entre tanta pregunta sin respuesta, puede leerse entre líneas una de lo más intrigante: ¿Por qué nos hacemos preguntas? ¿Sólo los humanos se las hacen? Una cosa sí está clara, conforme progresa la ciencia, las preguntas son cada vez más difíciles y costosas de responder.
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