Las parejas de médicos reflejan el convencional reparto de papeles por sexos
Al paso que vamos, pronto uno de cada dos médicos estará casado o emparejado con otro médico. La mitad de todos los médicos pertenecerá por tanto a lo que los americanos llaman una «dual-doctor family» (en 1985 The New York Times bautizó así a este grupo profesional en un artículo sobre el tema). Esta proliferación de las «dual-doctor families» es una tendencia que reflejan las encuestas en Estados Unidos, pero bien podría tratarse de un fenómeno más universal, apoyado en la generalizada feminización de la profesión médica de las últimas décadas.
En las revistas médicas se ha ido dando cuenta de esta feminización de la medicina con numerosos trabajos y títulos bien elocuentes. «Llega la mujer» («Here come the women»), decía el New England Journal of Medicine (NEJM) en un editorial de 1980, reafirmándose nueve años después con otro diagnóstico definitivo: «La medicina ha dejado de ser una profesión de hombres». Quien no se ha enterado todavía es el Diccionario de la Lengua Española. La Real Academia Española, para pegarse más a la realidad de las cosas, debería introducir una sexta acepción a la palabra médico, ca: «6. m. Marido de la médica», o bien quitar, por obsoleta, la quinta acepción: «5. f. Mujer del médico». Hoy las médicas conforman una contundente realidad numérica, social y profesional, y en Estados Unidos tienen incluso su propia asociación, la American Medical Women’s Association (AMWA).
Las «dual-doctor families» o DDFs, como quizá se acabe simplificando, todavía no tienen su propia asociación, pero todo se andará. El fenómeno de las DDFs ha sido sin duda mucho menos estudiado. Hubo que esperar hasta 1993 para que una revista médica de las importantes, los Annals of Internal Medicine para más señas, se desayunara con una evidencia semejante a la del NEJM años atrás: «Llegan las parejas» («Here come the couples»). En resumen, que primero llegó el hombre, luego la mujer y más tarde la pareja, con los críos, el reparto de las tareas domésticas, las renuncias profesionales, quién se va de congreso esta semana, te vas tú o me voy yo, pito-pito-gorgorito, quién se va y quien se queda, lo echamos a suertes o me lo quedo yo, y en este plan.
Pues bien, los Annals of Internal Medicine, en su número del 16 de febrero, quieren explicar qué pasa cuando un médico se casa con una médica, o viceversa, en un interesante estudio sobre la vida profesional y familiar de las parejas de médicos. El trabajo, fruto de una encuesta a 2000 médicos estadounidenses licenciados entre 1980 y 1990, muestra que más de la mitad de las médicas y la cuarta parte de los médicos casados lo están con otro médico. Y viene a concluir que las «dual-doctor families» reflejan en su vida familiar y profesional los papeles convencionales de cada sexo.
Cuando alguien tiene que sacrificar su carrera profesional por razones familiares, normalmente es la mujer quien lo hace. Las médicas casadas con médicos trabajan además menos horas y ganan menos dinero que sus maridos o que otras médicas no casadas con médicos. Sin embargo, ellos y ellas reconocen implicarse por igual en la educación de los hijos y destacan como aspectos positivos el compartir los intereses profesionales y el tener unos ingresos familiares elevados. A falta de una mejor y más próxima radiografía, la «dual-doctor family», con sus más y sus menos, no parece ser muy distinta de cualquier otra. ¿Alguien se esperaba que las cosas iban a ser muy distintas entre los médicos?
Deja una respuesta