Sobre la epidemia global de obesidad y las cuestiones que suscita
[divider_flat] ¿Por qué hay ahora tantos gordos? ¿Son reales o imaginados, de carne y hueso o estadísticos? Ahora que las alarmantes cifras sobre el auge de la obesidad han dejado de ser noticia a fuerza de repetirse; ahora que la idea de “epidemia” ha calado en la población y, en fin, ahora que vivimos instalados en la gordura, bueno sería preguntarse si realmente estamos ante una epidemia y, si es así, qué es lo que ha pasado en las dos o tres últimas décadas para que ahora salgan gordos por todas partes y cómo encarar este problema de salud pública.
Las cifras cantan, sí, pero también pueden desafinar y distorsionar la realidad cuando no son veraces. Y en relación a la supuesta epidemia global de obesidad, las hay fiables y poco fiables, como reconoce la OMS. Con estas cautelas ahí van algunas: 1) En todo el mundo hay 1.000 millones de personas con sobrepeso (300 millones son obesos). 2) La incidencia de obesidad se ha triplicado en muchos países, desde Japón (del 0,84% en 1980 al 2,86% en 2001) a Estados Unidos (del 11,5% en 1990 al 34,1% en 2004), según la Global Database on Body Mass Index de la OMS. 3) La prevalencia de obesidad varía entre países del 0,7% al 78,5%. Pero, cifras aparte, el propio concepto de obesidad es arbitrario, complejo, multifactorial y lastrado de connotaciones epidemiológicas, médicas, políticas, estéticas, numéricas y hasta ideológicas. La línea que separa la normalidad del sobrepeso y éste de la obesidad son arbitrarias (dibujadas por valores del famoso BMI o índice de masa corporal): aumentar o reducir la proporción de gordos es sólo cuestión de mover estas líneas. Y algunos expertos creen que la epidemia de obesidad se apoya en cifras poco claras (véase en BMJ el reciente debate Is the obesity epidemia exaggerated?) y que esto desdibuja el problema y las soluciones.
Sea cual sea la gravedad de la epidemia, ¿cuál es su causa? Si los factores genéticos no pueden haber cambiado en un par de décadas, ¿qué es lo que ha propiciado que tanta gente engorde en todo el mundo? Y como las preguntas se enredan unas con otras, como las cerezas, cabe también preguntarse: ¿Tiene algo que ver la creciente disponibilidad de alimentos de alto contenido energético? ¿Influye más una dieta hipercalórica o la falta de ejercicio? En los últimos años se ha constatado que ganar peso es mucho más difícil que perderlo, que el ejercicio físico es bueno aunque no se adelgace y que ninguna dieta resuelve el problema definitivamente. Pero, ¿hasta qué punto el sobrepeso favorece la resistencia a la insulina, la hipertensión, el cáncer y otras enfermedades crónicas? Se ha llegado a afirmar que la generación actual podría vivir menos que la de sus padres por el auge de la obesidad, pero ni siquiera está claro que quienes tienen sobrepeso vivan menos que los que tienen un peso normal. ¿Cuánto cuesta la obesidad a los gobiernos? ¿Cómo hacerle frente? ¿Por dónde empezar? En fin, hay kilos y kilos de interrogantes, y lo preocupante es que tantas dudas dificultan la toma de decisiones.
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