Personalización

Sobre los retos anticipados de la medicina individualizada

[divider_flat] La personalización es el nuevo mantra del capitalismo posmoderno, la letanía que repiten los innovadores. Cualquier producto que aspire a ser objeto de deseo ha de estar personalizado, desde un coche a un menú, desde unas vacaciones a un tratamiento médico. Si la producción en serie ha sido uno de los pilares de la industria y del capitalismo del siglo pasado, lo que ahora se impone es la personalización de cualquier producto o servicio, como si fuera un “traje a medida”, como se repite en ciertos ámbitos comerciales. Incluso la prensa, de la que hablábamos últimamente en este blog, tiene delante el difícil reto –quizá vaya en ello su supervivencia– de conjugar los temas de interés general con la individualización de los contenidos. La medicina y la salud no son ajenas a esta tendencia y, de la mano de los avances genéticos, aspiran también a ofrecer unos tratamientos y cuidados cada vez más personalizados.

Francis Collins, el líder de la iniciativa pública del Proyecto Genoma Humano, ha anunciado esta semana que el 1 de agosto dejará la dirección del National Human Genome Research Institute (NHGRI) para ingresar en “el espacio blanco del desempleo” con el único proyecto en mente de escribir un libro. ¿Adivinan de qué tratará ese libro? De la medicina personalizada. Tiene su lógica que el científico que ha liderado la investigación del genoma humano en los últimos 15 años, se vuelque ahora en la medicina personalizada, la gran idea que surgió en la década de 1990 para ofrecer medidas preventivas y tratamientos personalizados a partir del conocimiento del riesgo genético de un individuo. En la rueda de prensa del 28 de mayo en la que anunció su dimisión (disponibles el audio y la transcripción), el director del NHGRI explicó que este libro, que todavía no tiene comprometido con ninguna editorial, pretende explicar a “quienes no tienen un doctorado en genética” qué es y qué cabe esperar de la medicina personalizada. Los test genéticos que ya empiezan a inundar el mercado para descubrir si uno es portador de un gen que predisponga a ciertas enfermedades, especialmente el cáncer, son la primera avanzadilla de las nuevas posibilidades, pero también de los riesgos de los falsos positivos, que conducen a preocupaciones e intervenciones innecesarias.

Muchos consejeros genéticos advierten que estas pruebas son todavía prematuras porque, con escasas excepciones, su grado de incertidumbre es demasiado grande y, en todo caso, las posibilidades de intervención son muy limitadas. Incluso la individualización de las terapias moleculares en el cáncer está más lejos de lo que cabía esperar, como reflejan algunas comunicaciones en la reunión de la American Society of Clinical Oncology (ASCO) que se celebra ahora en Chicago. Ciertamente no hay enfermedades sino enfermos y, por tanto, toda medicina ha de ser individualizada. Por eso la medicina personalizada basada en el genoma individual es una gran idea, lo que ocurre es que sus objetivos se antojan un tanto anticipados.


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