Sobre la visión epidemiológica de una epidemia que podría no existir
El British Medical Journal (BMJ) ha metido el dedo en la llaga de la variante humana del llamado mal de las vacas locas al publicar un artículo de un epidemiólogo británico con un título provocador: “La epidemia que nunca existió”. Se supone que la intención es educar y animar el debate médico, pues por algo se publica el artículo en la sección de “Educación y debate”, sin olvidar el posible impacto en los medios de comunicación, algo que parece tener cada vez más pendientes a los editores médicos. Lo que viene a expresar el autor, George A. Venters, de 63 años y con 35 de experiencia como epidemiólogo, es que “la evidencia disponible plantea importantes dudas sobre la asociación causal entre la encefalopatía espongiforme vobina (BSE) y la nueva variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jacobs (vCJD)”. La idea confesada de Venters es abrir un debate público en la profesión médica sobre este problema de salud. Para iniciar el debate cuanto antes, le pido a Venters que resuma sus argumentos, y responde así: “La profetizada epidemia no ha aparecido todavía y en estos momentos ya deberíamos estar viendo un rápido incremento de casos. El número de casos que se está presentando es pequeño y la tasa de crecimiento se está nivelando. Los datos son mucho más consistente con una mayor y más precisa detección de casos de una enfermedad rara pero infradiagnosticada en el pasado”. ¿Se descarta entonces una epidemia humana en el futuro? “No creo que sea probable la aparición de una futura epidemia en humanos. Para que esto ocurriera tendríamos que practicar el canibalismo a gran escala porque las epidemias de enfermedades priónicas sólo ocurren cuando reciclamos los cerebros infectados dentro de una especie”, responde.
Los datos oficiales y esenciales para el debate, los que configuran la “biblia” científica sobre este problema de salud pública, los ha elaborado el Gobierno del Reino Unido, donde se inicio la epidemia animal. En el sitio de internet abierto por el Gobierno británico para informar sobre la BSE (The BSE Inquiry) y su relación con la vCJD, hay un mastodóntico documento en formato pdf (The BSE Inquiry Report) en el que informa sobre todo lo concerniente a la BSE y la vCJD, su impacto sanitario y económico, su historia (hay una cronología de los hechos más relevantes, que abarca desde 1732, cuando se describió el scrapie en las ovejas hasta 1989), su epidemiología y las medidas de vigilancia adoptadas. En el capítulo 5 del volumen 8 de este informe se detalla la aparición de la vCJD y su evolución cronológica. En este documento se presentan numerosos datos y se da cuenta, entre otras cosas, del primer caso de posible asociación de CJD con una granja tras la aparición de la epidemia de BSE (fechado el 13 de octubre de 1989); del “primer granjero enfermo”, que aparece documentado en octubre de 1992; del número de casos de vCJD por años; de los principales resultados del análisis estadístico, como la estimación de futuros casos, y de otros datos relevantes para analizar este problema sociosanitario. De acuerdo con este documento, el número de casos de vCJD en el Reino Unido en los últimos años es de 3 en 1995; 10 en 1996; 10 en 1997; 18 en 1998; 14 en 1999, y 27 en 2000 (hasta el 27 de septiembre). De entre las conclusiones de los miles y miles de páginas del documento, la primera es está: “La BSE ha causado una espantosa enfermedad humana”.
Ante la duda, ¿qué mensaje hay que trasladar a la población? “Yo alentaría a comer carne y productos cárnicos de vacuno porque es seguro hacerlo”, contesta Venters. Pero, de paso, recuerda una definición humorística que circula en Gran Bretaña sobre qué es un epidemiólogo: “Alguien que come carne y no compra billetes de lotería”.
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