Sobre el frente común de los editores médicos contra la injerencia de la industria
Manhatan. ¿Dónde estabas y qué hacías cuando se derribaron las Torres Gemelas de Nueva York? La importancia de un suceso para un pueblo o una sociedad queda corroborada cuando, pasado el tiempo, la gran mayoría de sus miembros puede dar respuesta a esta pregunta. El director del British Medical Journal (BMJ) para Norteamérica, Ronald M. Davis, confiesa en el número de mañana (disponible hoy en internet) que a lo largo de su vida éste es el segundo suceso de estas características, tras el asesinato del presidente John F. Kennedy cuatro décadas atrás. Davis se encontraba en Washington DC, a dos manzanas de la Casa Blanca. Con la embriaguez emocional propia de quien ha vivido un suceso así de cerca, en el BMJ nos regala un testimonio emocionado y encendido de grandes adjetivos, con alabanzas a los equipos sanitarios y, como buen americano, hasta con menciones bíblicas. Dice Davis que mientras su presidente Bush se dirigía a la nación invocando el 23rd Psalm o salmo 23, él “podía ver legiones de sanitarios avanzando a duras penas en el valle de la sombra y la muerte”. En el actual revuelo de testimonios, crónicas y comentarios, más o menos apasionados, que ha suscitado la tragedia de EE UU, el artículo de Davis puede que no sea sino uno más, pero no deja de llamar la atención el que muchas de las revistas médicas dediquen algún comentario a los atentados de Nueva York y Washington (The Lancet, que ya tenía cerrada la edición de mañana, anuncia que lo hará en el próximo número), aunque, bien mirado, quizá todavía llame más la atención el que la revista española Hola dedique su portada (algo insólito) al atentado contra las Torres Gemelas.
Vancouver. ¿Y qué hacían entretanto los editores médicos? Los atentados de EE UU han venido a coincidir con la publicación, en una docena de las principales revistas médicas de todo el mundo, de un editorial conjunto que arremete contra la injerencia de la industria farmacéutica en el diseño, análisis y divulgación de los ensayos clínicos, y comunica el endurecimiento de los Uniform Requirements for Manuscripts Submitted to Biomedical Journals, las normas exigidas a los autores para la publicación de trabajos en sus medios, en concreto en lo que se refiere a su vinculación con los laboratorios farmacéuticos. El espíritu de Vancouver, el que animó a reunirse en 1978 en dicha ciudad de British Columbia a un pequeño grupo de editores médicos para coordinar esfuerzos para definir las características editoriales de los papers, ha vuelto a agitarse para garantizar la legítima autoría de los trabajos y la independencia de los resultados y su interpretación. Las revistas y editores que han participado en esta iniciativa son los Annals of Internal Medicine, el BMJ, el Canadian Medical Association Journal , el JAMA, el Journal of the Danish Medical Association,The Lancet, The Medical Journal of Australia, el Nederlands Tijdschrift voor Geneeskunde (Dutch Journal of Medicine), The New England Journal of Medicine, el New Zealand Medical Journal, y el Western Journal of Medicine, más The Norwegian Medical Association, el International Committee of Medical Journal Editors, MEDLINE/Index Medicus, y la National Library of Medicine. Son muy explícitos tanto el editorial que firman y publican conjuntamente varias de las revistas mencionadas (JAMA, NEJM y The Lancet, entre ellas) con el título de “Sponsorship, autorship, and accountability”, como el de Richard Smith, editor de BMJ, en el que dice que “esta iniciativa de los editores médicos no debe ser vista como un ataque a la industria farmacéutica”, sino tal y como reza su título, como una iniciativa para “Mantener la integridad de la ciencia”. El humo de Manhatan ha eclipsado el renacido espíritu de Vancouver que impregna esta iniciativa. El tiempo dirá cuál de los dos acontecimientos provoca consecuencias más rápidas.
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