Sobre la bioinformática y la exploración visual de los datos científicos
[divider_flat] Las ecografías tridimensionales de fetos en el útero materno son un artefacto informático que obra milagros emocionales en los futuros padres. La recreación tridimensional del futuro hijo en una pantalla permite observar con detalle su cuerpo y sus diminutos miembros, su cara, su boca, sus ojos, ora en actitud de bostezo ora frotándose un ojo ora chupándose un dedo. Pasar de las dos dimensiones de la ecografía clásica a las tres o cuatro dimensiones (la cuarta sería el tiempo, que permite apreciar el movimiento) conseguidas mediante recreación informática es uno de los hitos en la visualización de las interioridades del cuerpo humano, seguramente no uno de los más importantes pero sí de los más espectaculares (al menos para los progenitores). Más impresionante y útil es el llamado Visible Human Project, iniciado en 1989 por la National Library of Medicine de EE UU, y que ha culminado con la creación de una representación tridimensional completa de la anatomía exterior e interior del cuerpo humano del hombre (Visible Human Man, en 1994) y de la mujer (Visible Human Female, en 1995) realizadas a partir de tomografías y resonancias magnéticas del cadáver de un hombre (escaneado a intervalos de 1 milímetro) y del de una mujer (escaneado a intervalos de 0,33 milímetros). Estas representaciones digitales han dado lugar a diversas aplicaciones informáticas, como AnatLine o AnatQuest, que permiten observar y manipular cualquier pieza anatómica en el ordenador como no es posible hacerlo en un libro de anatomía. Quizá sepan a poco, pero no hay duda de que la bioinformática está revolucionando la imagen que tenemos del cuerpo humano.
Una de los últimos hitos de la bioinformática al servicio de la anatomía ha sido el anuncio, el 23 de mayo de 2007, de un modelo computarizado del cuerpo humano que permite visualizarlo por dentro y por fuera en cuatro dimensiones (las tres espaciales más el tiempo). Este modelo del cuerpo, desarrollado por un equipo de científicos, informáticos, matemáticos y artistas visuales dirigido por Christoph Sensen, director del Sun Center of Excellence for Visual Genomics de la Universidad de Calgary, ha sido bautizado como CAVEman (el hombre de la caverna), por encontrarse en una sala oscura de realidad virtual en la que se proyecta desde cuatro focos la imagen digitalizada del cuerpo humano suspendido en el espacio. Esta imagen puede girarse, desplazarse, trocearse y ampliarse hasta el punto de que el observador puede introducirse dentro del cuerpo y ver sus interioridades hasta un nivel molecular. Y no sólo eso: los científicos pueden entrar dentro de sus experimentos con sólo trasladar los datos médicos y genómicos a imágenes cuatridimensionales. El objetivo del proyecto CAVEman es en última instancia, según sus responsables, ayudar a aclarar las causas de las enfermedades genéticas y los efectos de los tratamientos dirigidos contra una diana mediante la exploración visual de los datos. De entrada, este objetivo se antoja más que ambicioso, pero la bioinformática nos puede dar más de una sorpresa.
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