A propósito de las deficiencias en los conocimientos nutricionales de los médicos de familia
Lo que se come y lo que se deja de comer nunca es indiferente. Se mire como se mire: culturalmente, económicamente, en términos de placer… Y por supuesto si hablamos de salud, pues la relación entre dieta y enfermedad está más que probada. La dieta -la inadecuada, se entiende- es uno de los factores de riesgo susceptible de ser modificado, pero a diferencia del tabaquismo y otros no siempre está claro cómo hacerlo. El consejo dietético es, en este sentido, una pieza fundamental para adoptar un estilo de vida saludable y prevenir la enfermedad. ¿Pero a quién corresponde dar el consejo dietético? En principio, son los médicos de familia quienes parecen llamados a cumplir esta misión. Sin embargo, hay dudas razonables, fundamentadas en algunos estudios, como para sospechar que sólo se cumple a medias, entre otras cosas porque la formación dietética de la mayoría de los médicos no es la idónea.
Un último dato: una encuesta a 248 médicos de familia de Alberta (Canada) sobre sus conocimientos dietéticos, publicada en el número de febrero del Journal of the American College of Nutrition, sólo fue respondida por 84 médicos y el porcentaje de respuestas correctas fue del 63%. El 47% de los encuestados consideraba sus conocimientos nutritivos satisfactorios y el 42% flojos, pero ninguno dijo que fueran excelentes. Tanto en este estudio como en otros previos, la mayoría de ellos estadounidense, se llega a la misma conclusión: los médicos necesitan mayor formación en dietética y nutrición. En España, por el tradicional déficit de formación nutricional en las facultades de medicina, la conclusión no debe ser muy distinta.
Aunque la dieta y los problemas dietéticos son bien distintos en Estados Unidos y en nuestro país, probablemente la necesidad de recibir y dar consejos dietéticos adecuados sea muy similar. Las autoridades estadounidenses recomiendan que los médicos de familia aconsejen periódicamente a sus pacientes sobre cinco puntos clave: la ingesta total de calorías, el aporte dietético de grasa y colesterol, el suministro de hidratos de carbono complejos y fibra, la ingesta de sodio, y el equilibrio entre dieta y ejercicio físico para alcanzar y mantener un peso adecuado. Y hay un sexto punto: cuando al médico de familia le falte tiempo o preparación dietética, debería aconsejar al paciente visitar a un especialista en nutrición. Entre los médicos de familia estadounidenses, son los de menor edad y sobre todo las mujeres los más proclives a involucrarse en la educación dietética de sus pacientes.
La información dietética que recibe el público, a través del propio médico o de los medios de comunicación, es fragmentaria, a veces equivocada y a menudo contradictoria. Internet no hace sino aumentar esta confusión, pues en la red se mezclan la información basura y la publicidad de dietas milagrosas con la información de calidad, como la que brindan los National Institutes of Health (NIH): ya sea para el público, a través de la Guía Dietética para los Americanos, como para los médicos, por ejemplo en la Office of Dietary Supplement (ODS), que contiene una base de datos con más de 300.000 referencias bibliográficas sobre vitaminas, minerales y otros suplementos.
En España, sin embargo, faltan iniciativas semejantes. Con todo, alguna va surgiendo, como las promovidas por el llamado Grupo Asesor en Nutrición, integrado por cinco de los más relevantes expertos nacionales. En su sitio web se anuncia la confección del primer libro blanco sobre «Las vitaminas en la alimentación de los españoles», como primer producto derivado de un metanálisis que se está realizando con los principales estudios y encuestas nacionales para tener una visión clara del estado nutricional de los españoles. Lo que hace falta luego es que esta información se difunda y que el médico de familia se involucre más en dar un buen consejo dietético.
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