La depresión se perfila como el primer problema de salud para el año 2020
En términos macrosanitarios, la semana ha estado presidida por la presentación del Informe sobre la Salud en el Mundo 1999 (The World Health Repport 1999: Making a Difference) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que como era previsible no ha deparado grandes sorpresas. Se trata del primer informe anual realizado desde que Gro Harlem Brundtland accedió a la dirección general de la OMS, pero las estadísticas no cambian ostensiblemente de un año para otro, los dramas humanos del Tercer Mundo siguen sin solución y las recomendaciones de este organismo mundial tampoco son nuevas. La guerra declarada al tabaquismo para evitar 140 millones de muertes de aquí al año 2050, el ascenso anunciado del sida a primera causa de muerte en Africa, el insoportable y pertinaz goteo de muertos por la malaria, las desigualdades sanitarias agravadas por las insensibles leyes del mercado global o el ascenso continuo de las enfermedades no comunicables son algunos de los puntos que se discuten en este informe de 121 páginas. La llamada "health revolution" sigue avanzando: las tendencias globales en cuanto a esperanza de vida y tasas de natalidad mejoran, pero "más de 1000 millones de personas entrarán en el siglo XXI sin haber participado en la revolución de la salud". Por lo demás, el "ranking" de mortalidad sigue copado por viejos conocidos: enfermedades infecciosas, enfermedades cardiovasculares y cáncer.
La OMS, sin embargo, maneja también otros informes (no incluidos en su sitio web o tan escondidos que no es fácil encontrarlos) que dislocan las listas habituales de enemigos para la salud y ofrecen perspectivas distintas para medir los problemas sanitarios y orientar la investigación médica y sus presupuestos. Un equipo de expertos independiente, dirigido por Dean Jamison, profesor de Salud pública en la Universidad de California, en Los Ángeles, realizó en 1996 para la OMS un estudio prospectivo para identificar los mayores problemas de salud en el año 2020. Y resultó que estos no eran ni el cáncer, ni el sida, ni las enfermedades infecciosas: en este "ranking" figuraba en primer lugar la depresión. El resultado obedece, obviamente, a la metodología empleada: en vez de estimar el peaje que cobra una enfermedad con el método habitual de la mortalidad que ocasiona, el comité que realizó este estudio utilizó una medida (DALY: disability-adjusted life year) que pone énfasis no sólo en la mortalidad sino también en la calidad de vida y la pérdida de salud. Así, para el año 2020 se prevé a nivel mundial que tras la depresión vendrán en esta lista la enfermedad coronaria y los accidentes de tráfico. Si nos ceñimos al Tercer Mundo, donde vive la mayoría de la población, para el año 2020 las 10 primeras posiciones de esta lista serán para la depresión, los accidentes de tráfico, la enfermedad coronaria, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, los accidentes cerebrovasculares, la tuberculosis, las infecciones respiratorias de vías bajas, la guerra, las enfermedades diarreicas y el sida.
En este otro informe sí que hay aspectos que llaman la atención, como la inclusión de la guerra en este "top ten" de pérdida de salud. Otro es el ascenso de los accidentes de tráfico, que en 1990 ocupaban el puesto número 11 de la tabla en los países del Tercer Mundo y el séptimo a nivel mundial. Para el 2020, si no se pone remedio, los accidentes de tráfico serán responsables de la pérdida de uno de cada 20 años de vida del conjunto de la población. Y por supuesto llama la atención el vislumbrar la magnitud del iceberg de la depresión, que nos da una buena medida de lo desabrigado en términos de afectos que llega a ser el mundo. El impacto de este trastorno sobre la salud no se mide sólo por el número de suicidios, como bien saben los médicos de familia, pues una de cada 10 consultas de atención primaria obedece a una depresión. Pero esto es algo que merece mayores consideraciones. Continuará.
Deja una respuesta