Epidemias y riesgos

Sobre el devenir de la epidemiología y su sitio en la medicina actual

[divider_flat] Si hay una disciplina médica legitimada para meter sus narices en prácticamente cualquier ámbito de la vida, desde la conducta sexual a las condiciones de trabajo, o desde las horas de sueño a los contaminantes al nivel de renta de la gente, esa es la epidemiología. Con la salud como telón de fondo, se permite indagar en cualquier fenómeno sospechoso de influir en el nivel de bienestar físico, mental y social de una población para luego orientar la prevención y abordaje de los problemas de salud, ya sea el sida o el sedentarismo. La epidemiología es, por tanto, mucho más que el estudio de las epidemias. Es, entre otras cosas, la disciplina que pondera todo tipo de riesgos, un concepto central en la sociedad actual, caracterizada por su extrema preocupación por la seguridad, el futuro y la prevención. Pero, ¿de qué se ocupa exactamente esta disciplina? ¿Cuáles son sus métodos y sus límites?

Una buena manera de interrogarse sobre estas y otras cuestiones es definiendo la propia especialidad y su jerga. En la recién publicada quinta edición de A dictionary of epidemiology de la International Epidemiological Association, dirigida por el español Miquel Porta, se define “epidemiología” como “el estudio de la incidencia y distribución de los estados o sucesos relacionados con la salud en poblaciones específicas, incluyendo el estudio de los determinantes que influyen en dichos estados, y la aplicación de este conocimiento al control de los problemas de salud”. Para acotar esta definición, se precisa que “estados y sucesos relacionados con la salud” no son sólo las enfermedades, sino también las causas de muerte, las conductas, las reacciones a los programas de prevención, y la provisión y el uso de los servicios de salud, del mismo modo que “determinantes” son todos los factores físicos, biológicos, sociales, culturales, económicos y conductuales que influyen en la salud. Así las cosas, nada parece ajeno a la epidemiología, pues prácticamente todo puede estar asociado más o menos directamente con el bienestar físico, mental o social. Pero hay un matiz importante que conviene no pasar por alto: lo característico de la epidemiología es pensar en términos de población.

Si, a partir del conocimiento del genoma individual, la personalización es una de las apuestas y tendencias más prometedoras de la medicina actual, en el otro extremo se encontraría la epidemiología, que piensa y opera siempre en términos poblacionales. Muchos investigadores básicos desdeñan las conclusiones de los epidemiólogos por su incertidumbre e inconsistencia, o al menos las ponen en cuarentena hasta que en sus experimentos son capaces de demostrar una asociación causal y encajarlas en un proceso biológico, cosa que muy a menudo es imposible. Puede ser, efectivamente, que muchos de los resultados epidemiológicos sean sólo cantos de sirena, pero no hay que olvidar que las primeras pistas para demostrar, por ejemplo, que el tabaco puede causar cáncer y el colesterol alto, un infarto provienen de estudios epidemiológicos.


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