Sobre el estrabismo de Rembrandt y otras miradas extraviadas
La última y sonada incursión médica por los derroteros del arte ha llegado hasta Rembrandt para ver en sus ojos un posible estrabismo. Esta suerte de diagnóstico retrospectivo se basa en el análisis de 36 de los autorretratos (24 óleos y 12 grabados) del pintor de Leiden y aparece publicado en forma de carta al director en la edición del 16 de septiembre de 2004 del New England Journal of Medicine (NEJM). Los autores de la investigación constataron que en 35 de los 36 autorretratos analizados los ojos no estaban correctamente alineados: en los óleos, mientras el ojo izquierdo mira de frente, el derecho lo hace hacia un lado; en cambio, en los grabados al agua fuerte se aprecia, como cabe esperar en las imágenes invertidas, el efecto contrario.
La neurobióloga Margaret Livigstone, de la Universidad de Harvard, y autora del artículo Was Rembrandt Stereoblind? junto con Bevil Conway, sugiere que Rembrandt podría haber tenido un estrabismo divergente, lo que le habría provocado una ceguera tridimensional. La falta de percepción de profundidad resultante de este defecto visual, lejos de ser una rémora, podría ayudar a los artistas a convertir el mundo tridimensional en una representación bidimensional, pues como recuerdan los autores en el NEJM, “los profesores de arte aconsejan a los alumnos que cierren un ojo cuando están aprendiendo a dibujar”. Para valorar hasta qué punto el estrabismo y la ceguera tridimensional podría ser un defecto extendido entre los artistas plásticos, los autores del estudio examinaron los ojos de 53 artistas seleccionados a partir de fotografías de la The National Portrait Gallery de EE UU y encontraron “un número sorprendente de ellos con ojos mal alineados”, como Klimt, Chagall, Hopper, Man Ray, Alexander Calder, De Kooning, Lichtenstein y Picasso, entre otros.
>Especular si un posible estrabismo podría haber facilitado el dibujo y contribuido a desarrollar el talento pictórico es una cuestión interesante pero de lo más arriesgada, como lo son otras especulaciones similares. Así, el supuesto defecto visual de El Greco como explicación de sus figuras alargadas y alucinadas es una negación de su voluntad de estilo que no se ha osado plantear, por ejemplo, en el caso de Giacometti. La explicación del esfumato de Leonardo por su posible miopía es simplemente gratuita, y la del impresionismo como movimiento impulsado por un grupo de miopes, una generalización corta de vista. Parece cierto que Monet tenía una miopía de dos dioptrías que prefería no corregir y, más tarde, unas cataratas nucleares, y que ambas condiciones debieron de influir en su pintura. También Matisse, Degas y otros muchos pintores han tenido, como tantas otras personas, problemas de visión y otras carencias que podrían haber condicionado su trabajo. Pero los caminos de la creatividad no admiten explicaciones fáciles, por lo que obstinarse en ver detrás del genio una anormalidad física puede conducir a ideaciones peregrinas y conclusiones extraviadas.
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