Sobre el auge de la fitoterapia en la salud de la mujer
Las terapias alternativas y en particular las que utilizan plantas medicinales han encontrado en las mujeres un nicho de lo más acogedor y receptivo. El auge de la fitoterapia es especialmente notable en el tratamiento de los síntomas de la menopausia, un problema de salud que afecta a un gran número de mujeres y sobre cuyo tratamiento farmacológico sólo se han recibido noticias preocupantes en los últimos tiempos. El varapalo científico recibido por la terapia hormonal sustitutiva (THS) con los datos del macroensayo Women’s Health Initiative ha creado un enorme desasosiego que ha forzado a buscar terapias alternativas. Y en este clima de desconfianza hacia los medicamentos hormonales, los ojos de muchos se han vuelto hacia los llamados fitoestrógenos, unos compuestos de moderada o baja actividad estrogénica presentes en muchos alimentos vegetales, entre los que destacan por su mayor actividad las isoflavonas. La abundancia de estas sustancias en alimentos como la soja y sus derivados, ampliamente consumidos en Japón y otros países orientales, junto con la menor incidencia de síntomas menopaúsicos en estos países, es lo que ha llevado a pensar que las isoflavonas pueden ser una eficaz alternativa terapéutica. Y así, a partir de estos datos observacionales y de los resultados de algunos estudios, se han puesto de moda las isoflavonas y han empezado a hacer furor los alimentos a base de soja y los productos con fitoestrógenos.
De momento, todo parece ir a favor de la fitoterapia. En las reuniones científicas, algunos médicos que antes ponderaban la terapia hormonal sustitutiva ahora elogian las virtudes de la soja y las isoflavonas, demostrando un interés inusitado por las plantas medicinales y las terapias alternativas. Ciertamente, para mayor satisfacción de los fabricantes de productos con fitoestrógenos y de la industria de la soja, las isoflavonas no parecen tener efectos adversos. Además, la introducción de la soja en la dieta occidental puede tener efectos positivos si esta “carne vegetal” contribuye a reducir el exceso de grasas animales. Pero sólo el creciente interés científico por estos compuestos, que está moviendo a realizar diversos ensayos clínicos, ayudará a conocer mejor sus efectos y propiedades, y a saber con certeza hasta qué punto las isoflavonas son útiles en el tratamiento de la menopausia y si son realmente responsables de la menor incidencia de síntomas menopáusicos en las mujeres orientales. Por ahora, con la evidencia científica disponible, proclamar que la soja y las isoflavonas reducen los sofocos y síntomas vasomotores, previenen las enfermedades cardiovasculares y la osteoporosis es algo prematuro y sólo ayuda a fomentar la fitomanía. Ante la pregunta clínica de cuáles son los efectos de los tratamientos médicos para los síntomas de la menopausia, la revisión Cochrane (marzo de 2002) de los ensayos clínicos aleatorios sólo puede concluir que la terapia con fitoestrógenos es “probablemente beneficiosa”.
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