Ideas verdes

Sobre la biodiversidad ideológica y el entusiasmo reduccionista por lo verde

Lo mejor de mi caña de pescar es su marca de fábrica: Shakespeare (since 1897). Además de que piquen los peces, siempre espero que muerda el anzuelo alguna buena frase o idea, o siquiera alguna sugerente palabra de las más de 20.000 que empleó ese “animal lingüístico” que, según George Steiner, “dio muestras de una capacidad para expresar el mundo que no encontramos en ningún otro hombre o ninguna otra mujer”. Pero para que un pez te traiga una buena idea bajo la aleta hace falta haber cebado antes las neuronas, que se produzca una feliz sinapsis y, naturalmente, que piquen los peces. Y esto es algo que no ocurre todos los días ni en todas las aguas. En el siempre revuelto río de internet la ganancia del pescador se nos promete más fácil. Por lo que tiene de ecosistema global, internet representa el más surtido muestrario de ideas de la historia de la humanidad. Y donde digo muestrario, podría decir observatorio, escaparate, semillero, laboratorio o incluso centro de interpretación de la naturaleza (humana). Evidentemente, no se trata tanto de ideas nuevas y originales, que siempre son un bien escaso, como de ideas a granel, mezcladas en confusa amalgama y en muy distintas fases de desarrollo y concreción. En internet hay ideas para todo y todo tipo de ideas. Existe, cómo no, Ideas.com y otros sitios de contenido similar. La revista Yahoo Internet Live (hay una también una versión en papel), que incluye cada mes una variada selección de sitios, proponía en su número de junio bajo el epígrafe “cool ideas”, los siguientes: Streetspace, Agencevirtuelle.com, Inphase Technologies, Given Imaging y Nascomms.com, además del mencionado Ideas.com. No hay más que entrar en ellos para percatarse de que no todo el mundo piensa en lo mismo cuando habla de ideas. Algunos creen que las ideas sólo sirven para hacer negocios y otros están convencidos de que con una buena idea serían capaces de mover el mundo. Pero el mundo (real e ideológico) da mucho más de sí.

Una cosa que llama la atención es el actual auge de las ideas “verdes”, comprendiendo aquí desde el ecologismo y su ideología política hasta los planteamientos alternativos (ya sea el turismo, la cocina o la salud) de inspiración naturalista. En las selecciones de Yahoo Internet Live siempre hay espacio para lo verde en general y para la salud natural en particular. Esto no es sólo políticamente correcto sino también un reflejo del momento dulce que viven actualmente las medicinas complementarias o alternativas en occidente. De todo este auge de lo natural y alternativo, que va acompañado de un creciente espacio en los medios de comunicación, quizá lo más evidente es la importante cifra de negocios que representa. La aceptación acrítica en muchos casos de todo lo que lleva la etiqueta natural, ecológico o alternativo no deja de ser sorprendente y no se puede explicar sólo por las perversiones del capitalismo y las flaquezas de la medicina oficial. El siempre agudo Petr Skrabanek decía que “el retorno a la naturaleza es un sueño recurrente para aquellos que no pueden hacer frente a las complejidades de la vida, aquellos que prefieren las visiones simples al confuso caleidoscopio de las sociedades industriales, aquellos que desearían regresar a la infancia y enterrar sus cabezas entre los generosos pechos de la Madre Naturaleza. Algunos corren desnudos por los bosques, otros cultivan verduras orgánicas y se hacen sus propias sandalias, y mientras, los que están dotados de un espíritu más filosófico, evocan la utópica visión de una harmonía holística entre el hombre y el universo”. ¿Qué persona bien nacida no es a estas alturas un defensor de la naturaleza y la biodiversidad (también la de las ideas)? Pero de eso a convertir el pensamiento verde en casi una religión hay un abismo intelectual que sólo se puede negar con altas dosis de ingenuidad o por intereses de otro color. El negocio de lo verde es sin duda un negocio redondo, pero algunas de sus ideas están más que verdes.


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