Sobre el valor artístico de los dibujos del padre de la teoría neuronal
[divider_flat]El dibujo que acompaña este texto es uno de los miles que hizo el premio Nobel Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) desde niño y a lo largo de su vida. Cajal quiso ser artista y acabó siendo científico, uno de los más grandes de todos los tiempos. Pese a ser el científico español más importante de la historia, sigue siendo un perfecto desconocido para la mayoría de los ciudadanos -y no pocos investigadores- de este país. En 2002, con motivo del sesquicentenario de su nacimiento, se celebraron numerosos actos para divulgar su vida y su obra, aunque su impacto fue mucho menor que el dedicado ese mismo año al arquitecto Antoni Gaudi (1852-1926), nacido apenas dos meses después. Esto muestra una vez más que el arte sigue teniendo más resonancia mediática que la ciencia. Si Cajal hubiera sido un gran artista seguramente sería hoy mucho más conocido. ¿Pero acaso puede decirse que no lo fue?
«A la ciencia no van más que los artistas», afirmó Cajal en una entrevista en 1900. «Yo comprendí que para adquirir nombre con los pinceles es preciso convertir la mano en un instrumento de precisión. A mis aficiones artísticas de niño –a las que mi padre se opuso intensamente– debo hoy lo que soy ahora. Hasta la fecha habré hecho más de 12.000 dibujos. Para un profano son dibujos extraños, cuyos detalles se miden por milésimas de milímetro pero que descubren mundos misteriosos de la arquitectura del cerebro, el cerebelo, la retina, etc. Ve usted [–le dijo Cajal al periodista mostrándole uno de los dibujos–], ahí persigo un porqué muy interesante para los pintores: la apreciación en el cerebro de la línea y el color«. En sus memorias, Recuerdos de una vida (Crítica, 2006), Cajal se pregunta retóricamente si hay algún árbol más elegante y frondoso que la célula de Purkinje. El dibujo que tenemos al lado es precisamente una de esas frondosas células del cerebelo. Aunque nadie considera hoy a Cajal como un artista, al contemplar este y otros dibujos histológicos resulta difícil negar su calidad plástica.
¿Por qué Cajal no es un artista? Hay que reconocer que la intención de sus dibujos no era tanto artística como científica, pues lo que perseguía, de forma obsesiva, era ilustrar lo que veía a través del microscopio para desentrañar y comprender la estructura del sistema nervioso central. En sus memorias, en una frase que ya es célebre, explica esta obsesión: «¡Como el entomólogo a la capa de mariposas de vistosos matices, mi atención perseguía, en el vergel de la substancia gris, células de formas delicadas y elegantes, las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental!». Algunos de los dibujos de Cajal tienen sin duda esa capacidad de hacernos ver las mariposas del alma, de transportar la mente más allá de las células y las fibras nerviosas. Puede que su propósito no fuera puramente artístico, pero algunos de sus dibujos, como en el verdadero arte, parecen encerrar una metáfora y logran disparar nuestra emoción.
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