Sobre la inconsistencia de las propiedades anticatarrales del ajo

Si la semana pasada nos hacíamos eco de la falta de consistencia de las propiedades anticancerígenas atribuidas al té verde, otro tanto podemos decir de las atribuidas al ajo. Al ajo también se le atribuyen propiedades contra el cáncer, pero quizá su virtud más extendida sea la capacidad de espantar el catarro común. El consumo habitual de ajos, al decir de muchos libros, nutricionistas y expertos de distinto pelaje, previene la aparición del resfriado. Pero lo que muchos de estos expertos quizá no imaginan es que esta afirmación no está ni mucho menos demostrada. Hay indicios por aquí y por allá, estudios de laboratorio y observaciones que apuntan en esta dirección, pero si se hace una revisión rigurosa y exhaustiva de las pruebas disponibles, resulta que el asunto del ajo está tan verde como el del té verde.

La revisión del ajo ha sido realizada también por investigadores de la Colaboración Cochrane, y publicada igualmente en el tercer número de The Cochrane Library, disponible en Internet desde el 8 de julio. En este caso, los revisores se han encontrado con cinco ensayos clínicos, pero finalmente sólo uno cumplía los criterios de inclusión. Este ensayo controlado, realizado con sólo 146 voluntarios durante 12 semanas, ponía de manifiesto que los voluntarios del grupo control estuvieron más días enfermos por un resfriado que los del grupo que tomaron suplementos de ajo, si bien el tiempo de recuperación del proceso catarral entre unos y otros fue similar. Aunque los resultados parecen favorables al ajo, los autores de esta revisión concluyen que no hay pruebas concluyentes y que hacen falta más estudios, más largos y con más personas para tener pruebas más sólidas. Una vez más, los revisores no desmienten las propiedades anticatarrales del ajo, sino que afirman que no están debidamente demostradas y que habrá que seguir investigando.

Lo cierto es que el uso medicinal del ajo está casi tan arraigado como su uso culinario. Vivimos en un país mediterráneo en el que el ajo es un ingrediente básico de la dieta, pero en otros países como EE UU el consumo de suplementos es habitual. Entre otras propiedades beneficiosas para la salud, se le atribuyen las de reducir el colesterol, los triglicéridos y la tensión arterial, y la de retrasar la aterosclerosis, además de efectos antimicrobianos, antifúngicos, antivirales y anticoagulantes. Como quiera que los niños tienen, de media, entre seis y ocho catarros al año, y los adultos, entre dos y cuatro, está claro que todos sabemos lo que es un catarro y cuánto dura, las molestias que implica y hasta podemos imaginar lo mucho que les cuesta a los gobiernos por absentismo laboral, complicaciones y otros gastos indirectos. Si realmente los ajos previnieran los resfriados, algo que según queda dicho está por demostrar, y tuvieran sólo algunas de las propiedades que se les suponen, ¿qué sería de nosotros si dejáramos de tomarlos? Por suerte, no es nada fácil cambiar de tradiciones culinarias y seguiremos siendo comedores de ajos.


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