Metaforizaciones

Sobre el buen uso de las metáforas en medicina

Las metáforas nos permiten comprender algo desconocido en términos de algo más familiar. Por eso son un recurso habitual en todas las ciencias, que usan palabras corrientes para nombrar realidades complejas, ya sea un «agujero negro» o el «efecto invernadero». El lenguaje médico es tan metafórico como el que más, pero su enorme riqueza (más de 100.000 vocablos), su larga historia, su continuo crecimiento y las connotaciones emocionales que tiene para el enfermo lo hacen especialmente oscuro. Muchas de sus claras metáforas grecolatinas resultan, para el lego, enigmáticos términos técnicos. Los médicos de todo el mundo deben traducir cada día esta jerga especializada para ayudar a los pacientes a entender su enfermedad.

¿Y cómo se hace esto? Pues no hay más remedio que desmetaforizar el lenguaje, o si se quiere, seguir utilizando metáforas. La palabra cáncer surge como metáfora del cangrejo que come y tortura con sus tenazas, pero los médicos deben metaforizarla de nuevo para que los enfermos conozcan su situación y puedan tomar decisiones informadas. Al ciclista Lance Armstrong, cuando padecía un cáncer testicular metastásico, le dijo un oncólogo: «Voy a matarte, y luego te devolveré a la vida. Vamos a atacarte con quimioterapia, una y otra vez, una y otra vez». A Armstrong no le pareció apropiada esta metáfora belicista y buscó otros médicos. Otro ejemplo: la señora X padecía una artrosis de rodilla y su cirujano ortopédico le explicó la situación diciéndole que ella era como un coche viejo y su rodilla, como una pieza gastada que había que reemplazar. A la señora X le pareció deshumanizadora esta metáfora maquinista y cambió de médico.

Gary M. Reisfield, del departamento de Salud Comunitaria y Medicina de Familia de la Universidad de Florida (EE UU), es sobrino de la señora X y desde que su tía le contó lo sucedido empezó a interesarse por el uso de las metáforas en medicina. Hace unos meses, publicó un brillante artículo sobre «El uso de metáforas en el discurso del cáncer» en el Journal of Clinical Oncology. Reisfield llama la atención sobre el amplio uso de las metáforas de corte militar, con sus batallas, luchas, arsenales terapéuticos, victorias y rendiciones. Pero muchos pacientes no conciben su enfermedad como una guerra, sino que se sienten más cómodos imaginándola como un viaje; otros pueden preferir la imagen de una maratón, o de una partida de ajedrez, o de un drama, o de una exploración en colaboración, o de una carrera ciclista por etapas, como el propio Armstrong. Pensamos con metáforas, y así como militarizamos la medicina también medicalizamos la vida entera, y nos encontramos con que andamos todo el día explicando una realidad con palabras tomadas de otras realidades. Parece que no podemos pensar de otra manera, y por eso las metáforas en medicina son mucho más que recursos retóricos: son una poderosa herramienta médica que hay que saber utilizar y, como advierte Reisfield, adecuar cuidadosamente a cada paciente.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *