Museum

Sobre los desafíos y oportunidades de la museística actual

El mecenas renacentista Lorenzo de Medici (1449-1492) rescató del olvido la palabra griega museion al nombrar su colección particular de obras de arte con el equivalente latino museum. En español, la palabra museo no aparece hasta 1611, según los diccionarios etimológicos. Desde entonces, el concepto de museo se ha ido enriqueciendo y transformando hasta convertirse en uno de los reclamos culturales, educativos y turísticos más diversos y extendidos por todo el mundo. Pero el peso de la cultura es ya de tales proporciones que sólo tienen sentido los centros especializados, monográficos, personales. Los grandes museos nacionales, ya sean de las culturas, como el British Museum, de ciencias naturales, como el Natural History Museum de Londres, o de arte, como el Louvre, tienen graves problemas derivados de su gigantismo. A la incapacidad manifiesta de abarcar todo un gran campo del saber hay que añadir sus problemas de espacio y logística. También hay que tener en cuenta los efectos psicológicos negativos por la concentración de tanta cultura, el síndrome de Sthendal y, en general, la sensación de empequeñecimiento del visitante ante una oferta descomunal e inabarcable. Mientras algunas apuestas museísticas actuales ponen el énfasis en el envase arquitectónico, en el edificio singular que corone un proyecto urbanístico y revitalice una ciudad (por algo han llamado las nuevas catedrales a los nuevos y espectaculares museos como el Guggenheim de Bilbao), otra tendencia interesante es la de la especialización y la creación de museos a una escala verdaderamente humana.

Pero quizá la línea evolutiva más interesante sea la utilización de internet con fines museísticos propiamente dichos. Más allá de la presencia de los grandes y pequeños museos en la red para ofrecer información sobre sus fondos, catálogos y servicios, está la prolongación del museo en internet. Las llamadas visitas virtuales y en general los contenidos interactivos son algunas de las posibilidades que algunos museos empiezan a desarrollar. Sin duda, no es lo mismo ver una obra de arte en vivo que en una pantalla, pero la visita virtual permite acercar los museos lejanos y más inaccesibles. Además, no sólo no es incompatible con la visita presencial, sino que puede ser un buen complemento o acicate para ir al museo. Ciertamente, la mayoría de las visitas virtuales son decepcionantes, aunque hay excepciones, y en todo caso lo mejor de la prolongación de la museología en internet está sin duda por llegar. La aprobación en noviembre de 2001 del top-level domain .museum, con el mismo rango que los .com o .net,  es indicativa de las expectativas creadas y, posiblemente, esta medida va a hacer mucho más visibles los museos en internet (la nueva entrada al British Museum es the.british.museum). La oferta museística en internet está todavía en sus albores, pero representa ya una de las líneas más prometedoras de formación on-line para todos los públicos. Así pues, pasen y vean los e-museos.


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