Sobre los datos y otras consideraciones acerca de los usos y abusos de internet

[divider_flat] Las estadísticas de acceso a internet se quedan desfasadas en seguida. Aunque con notables diferencias en cuanto a ritmo y nivel de implantación entre los países, el uso creciente de la red es algo ya tan universal e imparable que internet se convertirá pronto en el principal medio de comunicación en todo el mundo. Según un estudio de la consultora Datamonitor, el correo electrónico representa ya el 5% de todas las comunicaciones (frente al 4% del correo convencional, el 5% del fax y el 84% del teléfono), pero para el 2003 se prevé un crecimiento del 1000%, de tal modo que los e-mail supondrán el 18% de todos los mensajes enviados (un 72% serán telefónicos, un 2% por carta y un 3% por fax). En Estados Unidos, el país que por ahora lidera la revolución digital, algunos muestreos reflejan que el 56% de los mayores de 18 años tiene acceso a internet y que de ellos un 36% dedica cinco o más horas semanales a navegar por la red. En España, donde el medio está menos implantado, los últimos datos del Estudio General de Medios (EGM) indican que un 13,4% de la población mayor de 14 años tiene ya acceso a internet. En otros países, ciertamente, el nuevo medio de comunicación es todavía elitista y desconocido para la mayoría. Pero, parece esto es sólo cuestión de tiempo y de maduración del medio. En el hipertecnológico Japón, un tercio de los internautas  accede ya a la red con tecnología inalámbrica.

El impresionante auge de internet se explica por la posibilidad real de realizar las más variadas actividades en la red: comprar, dirigir un negocio, comunicarse con personas de todo el mundo, escribir a viejos y olvidados amigos, leer el periódico, ver la televisión, invertir en bolsa y, en resumen, acceder a un caudal de información multimedia prácticamente ilimitado. «A la información tenemos acceso ilimitado, pero ¿dónde encontraremos la sabiduría?», se pregunta retóricamente el crítico literario Harold Bloom en su recién publicado libro «Cómo leer y por qué» (Anagrama). La literatura es sin duda una de las respuestas y la propuesta que hace Bloom en su atractivo libro, pero el pensamiento y la creación literaria no es o no tiene por qué ser incompatible con internet. En esto no hay cambios: una cosa es medio y otra, el mensaje; una cosa, el soporte, y otra, el contenido.

Pero, como ya apuntan algunos estudios, el nuevo medio tiene sus riesgos. El principal, su utilización compulsiva y el desplazamiento de otras actividades de relación. Una encuesta de la American Psychological Association (APA) muestra que un 6% de los usuarios presenta síntomas de un cuadro de adicción. Aunque algunos especialistas en salud mental no lo creen así, la adicción a internet tiene rasgos comunes con la adicción al juego (ausencia de sustancia tóxica, aislamiento, depresión y la imposibilidad de sacar adelante un proyecto escolar o laboral, además de que el juego o la especulación en bolsa son también posibles en internet). «I´m Net-aholic», se puede leer ya en algunas páginas. Son historias de gentes que se pasan todo el día sentados ante el ordenador y que han arruinado su vida familiar y laboral por internet. La posibilidad de ser alguien diferente en el universo virtual es especialmente fuerte para algunos, para otros es la llamada compulsiva del porno y el sexo virtual, y en otros casos se trata sencillamente de la obsesión por obtener más y más información. Internet no sólo alberga ya varios miles de sedes web de psicología sino que tiene su propia psicopatología. El fenómeno es emergente como la propia tecnología web, pero por ahora tampoco es fácil discernir si el uso de internet es la causa o la consecuencia de esta psicopatología.


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