Sobre la inconsistencia de los estudios sobre el té y el cáncer
Dar respuesta a interrogantes sobre la influencia del estilo de vida en la salud no suele ser fácil. ¿Hasta qué punto tal o cual hábito reduce el riesgo de una enfermedad? ¿En qué medida un alimento determinado ayuda a prevenir un problema de salud? Valorar la eficacia de las intervenciones médicas, ya sea un fármaco, una técnica diagnóstica o quirúrgica, es relativamente sencillo con un buen ensayo clínico. Pero conocer, por ejemplo, si el té verde, cuyo consumo está ahora tan de moda en los países occidentales, reduce el riesgo de sufrir un cáncer resulta más complicado. Sin embargo, abundan los estudios de todo tipo que han abordado esta cuestión, y con ellos puede hacerse una revisión sistemática para conocer el peso de las pruebas científicas disponibles.
Un grupo de revisores de la Colaboración Cochrane ha querido aclarar si, con los estudios ya realizados, puede sostenerse la idea de que el consumo habitual de té verde ayuda a prevenir el cáncer, como proclaman de tanto en tanto los medios de comunicación al hacerse eco de estudios de todo tipo. Y su veredicto, publicado en el tercer número de The Cochrane Library, ha sido el que cabía esperar: las pruebas científicas disponibles son insuficientes y contradictorias como para dar una recomendación firme sobre el consumo de té en la prevención del cáncer. A pesar de que la revisión se realizó con 51 estudios de media a alta calidad metodológica y a pesar de que estos trabajos incluían en su conjunto más de 1.200.000 personas, los investigadores no pudieron sacar conclusiones definitivas. Y es que de los 51 estudios considerados, la mayoría (32) realizados en Japón, 27 eran estudios de casos y controles (observacionales retrospectivos), 23 eran estudios de cohortes (observacionales prospectivos) y sólo uno era un ensayo clínico controlado, y además con sólo 60 personas. Tras analizar estos estudios, los investigadores no afirman que el té verde no ayude a prevenir el cáncer o algunos tipos de tumores, sino que faltan pruebas científicas sólidas para afirmarlo.
Los estudios de observación sirven principalmente para identificar factores de riesgo o de prevención, pero también para revelar las causas de algunas enfermedades. El paradigmático estudio de cohortes de los médicos británicos (divididos en cuatro grupos: no fumadores, fumadores ocasionales, moderados e importantes) sirvió para descubrir en 1964 que el tabaquismo causaba cáncer de pulmón. Pero en el caso del consumo de té verde confluyen numerosos factores que es necesario aislar en la investigación para depurar los resultados contradictorios. Averiguar ahora si realmente el té verde se asocia con una menor mortalidad por cáncer exige, como recomiendan los autores de esta revisión, realizar más estudios de cohorte de calidad, en el que el grupo consumidor de té lo haga durante un largo tiempo y a dosis adecuadas, además de algún gran ensayo clínico. Mientras no se disponga de evidencias científicas de calidad, las respuestas serán tan verdes como el mismo té verde.
Deja una respuesta