Sobre el legado intelectual del último director del BMJ
A partir de hoy, 30 de julio de 2004, el carismático director del British Medical Journal (BMJ) deja de serlo para emprender un nuevo rumbo vital y profesional. En sus 25 años en la British Medical Association (BMA) y 13 al frente de la revista, Richard Smith se ha distinguido como un fino y poliédrico intelectual, gran agitador del debate médico, promotor de la edición electrónica (el BMJ la tiene desde hace 10 años) y del acceso libre y gratuito a la investigación, además de sagaz, ingenioso y bien informado escritor, y sobre todo impulsor de un modelo de revista médica que combina el rigor con la amenidad en sus contenidos. La huella que deja en el conjunto de la prensa médica y en el grupo editorial BMJ, del que hasta hoy era también su primer ejecutivo, es profunda. “Me temo que será bastante imposible encontrar otro Richard Smith, cuya contribución al Grupo ha sido memorable y única”, ha dicho Sir Anthony Grabham, presidente del grupo.
En el comentario editorial de despedida que publica en el número del 31 de julio, Smith repasa su trayectoria de un cuarto de siglo y desgrana algunos de sus conocidos criterios y diagnósticos. Recuerda, por ejemplo, que tardó años en darse cuenta del escaso impacto que tienen las investigaciones publicadas en las revistas sobre la práctica médica. “Y menos mal que no la tienen, dada la cantidad de basura que publican las revistas”, apostilla. Recuerda también que de los miles y miles de estudios originales que publican las revistas sólo el 1% aproximadamente son a la vez válidos y relevantes para los clínicos. En su opinión, esto se debe a un modelo de negocio equivocado, representado según él por editores como Robert Maxwell, y en el gran error de creer que el médico normal y corriente es un científico, deseoso de leer cantidades ingentes de estudios. Como esto obviamente no es así, y a la mayoría de los médicos no les interesa la investigación que se publica ni están preparados para interpretarla críticamente, en las revistas médicas van a tener un peso creciente los contenidos educativos, las revisiones, las noticias, los debates, los resúmenes y otros materiales informativos que interesan mucho más al clínico. La publicación de los estudios completos, con toda la prolijidad de detalles que interesan al investigador, quedaría reservada a internet, y debería estar al alcance de todo el mundo, como defiende el movimiento “open access”.
En septiembre, Smith pasará a formar parte del consejo de la Public Library of Science (PLoS), uno de los principales impulsores y referentes mundiales del movimiento “open access”, por lo que probablemente seguiremos teniendo noticias de este hombre al que, según anota en su currículo, le gusta el jazz, el teatro, la música de cámara, correr, escalar montañas, cocinar… y el vino. En una entrevista en 2002 me dijo que le hubiera gustado ser actor cómico, como lo son dos de sus hermanos, y quizá por eso ahora, desde bmj.com, nos dice hasta luego con una divertida pose en jarras.
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