Sobre los estudios de psicología cultural comparada
El llamado choque de las civilizaciones empieza a ser materia de estudio de la psicología científica. Está claro que los seres humanos no pensamos igual, ni en lo mismo ni de la misma manera, y que esta diversidad es una fuente incesante de desencuentros y problemas. A pesar de los crecientes intercambios culturales y movimientos de población, las maneras de ver y entender el mundo son muy diferentes en las distintas culturas, y no es raro que entren en colisión.
Las investigaciones que puedan arrojar luz sobre estas diferencias y sus causas van a ser, por tanto, muy importantes en los próximos años. Y la llamada psicología cultural comparada, que estudia la impronta de la cultura en los procesos fundamentales del pensamiento, se presenta con un brillante porvenir. De momento, ya ha empezado a cuestionar que los mecanismos básicos del pensamiento sean iguales en todo el mundo, es decir, que las herramientas mentales para percibir, memorizar y razonar con el lenguaje sean idénticas y universales.
Uno de los investigadores más destacados en este campo es el estadounidense Richard E. Nisbett, profesor de psicología de la Universidad de Michigan y primer psicólogo social de su generación que entra en la Nacional Academy of Sciences de EE UU. Sus recientes investigaciones sobre las diferentes maneras de pensar de los occidentales y los orientales, condensadas para el gran público en el libro The Geography of Thought : How Asians and Westerners Think Differently…and Why, han venido a demostrar que incluso los procesos mentales más básicos, como mirar una imagen, llevan un sello cultural.
En un ilustrativo experimento realizado con un grupo de estadounidenses y otro de japoneses, a quienes se les presentó una recreación por ordenador de un acuario, pudo constatar que unos y otros miran y recuerdan la escena de manera bien diferente: los occidentales se fijan más en los objetos, en los peces gordos, mientras que los orientales atienden más al conjunto y el fondo de la escena. Con ésta y otras diversas pruebas, Nisbett y su ayudante japonés Takahiko Masuda llegaron a la conclusión de que los occidentales (también se hizo la prueba con alemanes) tienen un pensamiento más orientado al objeto y analítico, y los orientales, más holístico.
La mirada es siempre una mirada cerebral, cognitiva, es decir, vemos lo que conocemos. Y estas dos maneras de ver ilustran dos maneras de conocer que pueden rastrearse hasta la Grecia Clásica y la cultura china tradicional, hasta Aristóteles y Confucio. La griega alumbró el pensamiento analítico, la ciencia y la lógica formal; la china, una especial dialéctica oriental que permite aceptar la validez de dos enunciados paradójicos y que permite entender las cosas a través de sus contradicciones. Una buena prueba de este distinto énfasis en el análisis o en la dialéctica está en los refraneros occidentales y orientales. Los primeros son hijos del silogismo; los segundos, de la paradoja, y por eso nos suenan a chino.
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