Ultramar

Sobre la eutanasia y el debate generado por «Mar adentro»

Dice el director de cine Alejandro Amenábar que su película “Mar adentro” sobre la vida y el suicidio de Ramón Sampedro no reivindica la eutanasia, sino que sólo pretende asomar al espectador al abismo de la muerte. Y, ciertamente, lo consigue; pero al poner al espectador en la piel del carismático tetrapléjico gallego, no sólo le enfrenta con el momento de su propia muerte, sino que le conduce a reflexionar sobre cuestiones tan delicadas como la dignidad en el tramo final de la vida, el suicidio asistido y la eutanasia. Buena parte del mérito corresponde a la magistral interpretación que hace Javier Bardem de Ramón Sampedro, prácticamente moviendo sólo la cabeza y el cuello. “La inmovilidad que viví durante la rutina del rodaje me ayudó a comprender el suplicio de Ramón y su impotencia”, ha dicho el actor. “Tras hacer de Ramón he asimilado que la muerte es un proceso más del simple acto de haber nacido”.

Al volver a poner de actualidad un suicidio asistido que ya fue polémico cuando ocurrió hace seis años, la película de Amenábar ha ayudado a que todos los colectivos que están a favor o en contra de la eutanasia proclamen públicamente sus posiciones y argumentos. A raíz del estreno de la película, la Iglesia Católica ha recordado que la eutanasia es “inmoral y antisocial”, y han dejado oír su voz grupos como la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), que preside el escritor Salvador Pániker, o la plataforma ciudadana “Hay alternativas”, contraria a la eutanasia; en el ámbito médico, la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), ha reclamado una reglamentación urgente de la eutanasia y el derecho al suicidio asistido, mientras la Organización Médica Colegial (OMC), en línea con el Comité Permanente de Médicos Europeos, ha mostrado su oposición.

El valor artístico de “Mar adentro” se ha visto así desbordado –y en parte corroborado– por la fuerza emotiva de la historia de Ramón Sampedro y por la oleada de comentarios, opiniones, declaraciones y reflexiones, públicas y privadas, que ha provocado la película. Cuando el debate llegó el pasado 22 de septiembre al Congreso, la ministra de Sanidad manifestó que “no se ha producido en la sociedad el necesario debate en profundidad, ni tampoco existe una demanda real”, pero se comprometió a avanzar en otros asuntos “para los que existe consenso social, y que también ayudan a dignificar el final de la vida”, como son la mejora de los cuidados paliativos, la reactivación del registro de testamentos vitales y la evitación del encarnizamiento terapéutico. Cada año hay en España más de 200 enfermos terminales que piden ayuda para una muerte digna, mientras muchas otras personas, tetrapléjicos o enfermos terminales, lo que piden es ayuda para seguir viviendo. Está claro que “Mar adentro” no ha gustado a todo el mundo, pero hay que reconocerle el mérito de relanzar un necesario debate social, médico, ético y político sobre las diversas circunstancias y maneras de irse a ultramar.


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