Sobre los flujos de información entre médicos y pacientes
Por si hiciera falta una más amplia y firme constatación de que la información es poder, podemos comprobar lo que ocurre en la relación médico-enfermo. El trasvase de poderes del médico hacia el paciente que se viene produciendo en los últimos años tiene un hilo conductor muy claro: la información. La asimetría tradicional de conocimientos entre ambas partes del acto médico, propia de un sistema paternalista, ha ido evolucionando hacia un nuevo marco de relaciones en el que los pacientes siguen siendo enfermos pero dejan de ser sujetos pasivos y pasan a llamarse usuarios. El cambio está siendo lento y está plagado de desajustes, pero se antoja irreversible. Está claro que ni todos los médicos han asumido todavía su nuevo papel ni todos los usuarios quieren responsabilizarse de su salud, pero cada vez más enfermos quieren tener información suficiente para decidir. Quieren saber más sobre el diagnóstico y el pronóstico de su enfermedad, las alternativas terapéuticas, sus indicaciones y contraindicaciones. Los nuevos usuarios informados quieren, en suma, el poder, o sea, tener la última palabra.
Esta exigencia de información es una de las principales demandas que se recogen en el estudio El paciente del futuro, llevado a cabo en ocho países europeos para conocer mejor las percepciones de los pacientes sobre su relación con el sistema sanitario. En España, el estudio lo ha realizado la Fundación Biblioteca Josep Laporte (FBJL) con el patrocinio de MSD y ha puesto de relieve que los enfermos reconocen como derechos el ser atendidos tras un tiempo de espera razonable, el solicitar y recibir información comprensible sobre su enfermedad y los tratamientos alternativos disponibles, y el tomar decisiones basadas en la información recibida. El paciente del futuro, por lo que se ve, ya está aquí. Pide más información, pero no le vale cualquier fuente. Los que creen que internet es ya el gran manantial de información médica están equivocados o se han adelantado. “El médico sigue siendo la fuente de información principal y la más creíble para los pacientes entrevistados [una muestra de 54]. El paciente valora el contacto personal con el facultativo como algo muy positivo”, asegura Albert Jovell, director del estudio y de la FBJL. Y añade: “Esto dificulta el desarrollo de la teleconsulta”.
A pesar de sus posibilidades, los pacientes españoles, con muy buen juicio, han apuntado que internet no puede sustituir la relación directa con el médico. Para solicitar cita, pedir recetas, elegir un especialista y ampliar información, entre otras cosas, internet puede ser muy útil. Pero el contacto con el médico es insustituible. Lo que vienen a decir los pacientes es que, una vez que se ha levantado la compuerta que retenía la información y el poder del lado del médico, lo que hace falta ahora es tiempo y dedicación para que la información y la capacidad de decisión fluya hacia el lado del paciente. Como en unos vasos comunicantes.
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