Cuestión de estilo

Sobre las tendencias en la elección de especialidad médica

El primer número de septiembre del JAMA viene siendo desde hace años un monográfico sobre educación médica. Muchos de los recientes cambios, tendencias y problemas relacionados con la enseñanza de la medicina en sus diferentes niveles (pregrado, especialidad y formación continuada) han sido abordados en las páginas de estos números especiales. El JAMA fue además pionero en la creación de una edición hecha por y para estudiantes de medicina, el Medical Student-JAMA, una revista mensual (de septiembre a mayo) donde se tratan temas de interés para los futuros médicos. Este compromiso de la American Medical Association (AMA) con la formación médica está, obviamente, muy enfocado a la situación estadounidense. En EE UU hay 126 escuelas de medicina acreditadas sobre un total de unas 2.000 en todo el mundo, de las cuales 700 se han creado en el periodo 1995-2000. La calidad de la enseñanza en muchas de estas nuevas facultades deja bastante que desear, pues han sido creadas “simplemente como un negocio”, como ha denunciado Hans Karle, el presidente de la World Federation of Medical Education (WFME) en la última asamblea general de la World  Medical  Association (WMA), celebrada del 10 al 14 de septiembre en Helsinki. A pesar de las enormes diferencias geográficas, la mayoría de los asuntos tratados en los monográficos de educación del JAMA trascienden el marco estadounidense y son de interés general, como los que atañen a la formación en comunicación, en bioética, en medicina basada en la evidencia o en internet.

Uno de los trabajos más interesantes del especial del JAMA del 3 de septiembre aborda las tendencias y los factores que influyen en la elección de especialidad médica en EE UU. Los valores tradicionales como el prestigio y el sueldo empiezan a ser desplazados por otros que tienen que ver con el estilo de vida inherente a la especialidad. La posibilidad de disfrutar de más tiempo libre, de tener menos guardias, de trabajar menos horas y ejercer cierto control sobre el número de horas trabajadas parecen ser algunos de los condicionantes más importantes en la elección de especialidad. En el estudio se constata un significativo cambio de preferencias en el periodo 1996-2002 hacia especialidades compatibles con un estilo de vida más libre (por ejemplo, oftalmología o dermatología, en contraste con medicina interna, ginecología o cirugía). Más de la mitad de los cambios de preferencias tienen que ver con la capacidad de controlar el estilo de vida; los ingresos económicos siguen importando, pero sólo explican un 10%. Ciertamente, hay mecanismos correctores de las preferencias de los estudiantes para cubrir las necesidades de especialistas, pero ahí queda como dato revelador que la menor carga de trabajo junto con los mayores ingresos económicos son los dos grandes factores “vocacionales”. El panorama no es muy distinto al de otros trabajos, por más que consideremos que el ejercicio de la medicina clínica, como alguna que otra profesión, es mucho más que un simple trabajo.


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